La condena del gobierno a Venezuela es parte de las disputas imperialistas. La “defensa de los DDHH” es otra gran mentira

La posición del actual gobierno argentino de sumarse a la condena de la ONU a Venezuela por la violación de los derechos humanos, encierra en sí misma varios factores de carácter interno y externos, que en la actual etapa del desarrollo del capitalismo no son lo mismo, pero es igual.

Y nos atrevemos a afirmar esto porque en última instancia la preocupación de los Estados Nación del planeta que se encuentran bajo el dominio y la tutela de la oligarquía financiera mundial, por lo único que están preocupados es por una tremenda guerra intermonopólica en la gran disputa de la ganancia a nivel planetario. Una inevitable confrontación por la concentración de capitales a cualquier costo, donde lo que menos les interesa es la defensa de los Derechos Humanos de la Humanidad. Todo lo contrario.

Muestras sobradas tenemos los pueblos del mundo de esto. De lo contrario la ONU  se tendría que inmolar, autocondenándose, por ser todos los gobiernos y los Estados responsables -por acción u omisión- de las calamidades que hoy padece el planeta. No sólo por la acción deliberada de la súper explotación, el hambre y miseria a los pueblos, sino por la destrucción (en aras de la explotación indiscriminada y a cualquier costo) de la naturaleza para obtener cada vez más y más riquezas para un puñadito de ricos en el mundo.

Esto explica con simpleza por qué no se condena y aísla a Colombia, por ejemplo (para mencionar un país de nuestra región geopolítica) que en lo que va del año lleva 224 crímenes políticos del campo popular y las cárceles inhumanas abarrotadas de hombres y mujeres detenidas por cuestiones política. O Chile, con 2.500 presos políticos y miles de procesados, con torturas, violaciones de adolescentes que caían prisioneras, disparos a los ojos de los manifestantes dejándolos ciegos; o la represión en Bolivia, en Paraguay, en Brasil, en Perú, en Honduras, lo mismo que en México o Haití. Y así podemos extendernos dando la vuelta a el planeta.

La lista en donde estarían los “condenados” sería interminable. Empezando por EE.UU. en su propio territorio para no irnos tan lejos con todas sus atrocidades en el mundo; o la propia China que ejerce una represión contra los opositores sobre todo de la clase obrera. Como decimos, la lista es larga. Por ejemplo: ¿cuántos se hacen los distraídos respecto a que la tortura en Israel es legal?

No estamos haciendo una defensa del gobierno de Venezuela más allá que rechazamos cualquier tipo de injerencia externa en los asuntos de ese país y más allá que denunciamos el salvaje bloqueo por parte de los EEUU como ataque directo al pueblo venezolano en plena pandemia. Nuestra posición siempre fue clara: no existe socialismo si no se tocan las relaciones de producción capitalista y en Venezuela esto no sucedió ni remotamente. Lo que desnuda toda la justificación diversionista del “Socialismo Siglo XXI.

Donde lógicamente -luego de lo descripto anteriormente- en un país con la crisis que está padeciendo Venezuela, la confrontación se incrementa y con ello una situación de violencia desde un carácter burgués. Donde las fuerzas armadas venezolanas no son surgidas de “Sierra Maestra” o como las fuerzas proletarias de la insurrección de octubre. Sus altos mandos están educados en las mismas bases militares que tienen los EE.UU. en Panamá.

Pero desde nuestra independencia de clase no podemos menos que dejar sentado que la condena del gobierno argentino al venezolano muy lejos está de ser una preocupación por la vida del pueblo de Venezuela. Se inscribe en el marco de una confrontación imperialista por las disputas de los recursos petroleros y de oro entre grandes capitales mundiales. Pero sobre todo en la disputa de posicionarse internacionalmente, incluso con aspiraciones guerreristas, donde EE.UU. por un lado, y China y Rusia por el otro, aparecen como los contendientes que representan a los diferentes sectores poderosos del planeta: la oligarquía financiera.

En este marco el gobierno de Fernández y su reciente decisión se muestra con suma claridad: se sumó a la condena porque así se lo exigió el F.M.I. En momento de plenas conversaciones, donde lógicamente el FMI es una herramienta en la que el gobierno norteamericano tiene primacía. “No te voy a dar una mano sino que te voy a decir lo que tienes que hacer”… Todo esto más allá inclusive del fulbito para la tribuna en donde Evo Morales, Correa, Dilma y varios “progres” más en una teleconferencia con Fernández, apoyaron el voto de Argentina.

La confrontación dentro del propio gobierno naturalmente le quita argumentos a la cuestión interna de “los progres o la derecha”. Vaya falsedad. Basta ver cómo nos encontramos los argentinos ahora con las políticas y sus tremendos ajustes.

Está bien clara la cosa: el de Fernández fue un “sincericidio” dentro de su propia tropa: primero los negocios de los patrones, todo lo demás es cuento. Y como todo está en disputa, lo que hoy parece una mentira, mañana lo harán pasar por una verdad. Por eso nunca nada nos tiene que sorprender si viene de las clases dominantes.

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