Unidad no es lo mismo que sumatoria

La unidad de la clase obrera y el pueblo dista mucho de ser la sumatoria de aparatos sindicales que son el soporte electoral de determinados partidos políticos del sistema, sean del color que sean.

Quienes así lo entiendan, es decir, quienes vean en la unidad solo una alianza política momentánea en función de intereses electorales dentro de un gremio o en el marco electoral nacional llevan las cosas a un terreno oportunista y hasta reaccionario.

Pues estos núcleos persiguen con la sumatoria de organizaciones, un funcionalismo institucional dentro de los moldes sindicales del sistema que con sus mal llamadas prerrogativas democráticas sostenidas desde el sistema capitalista que expresan únicamente la unidad superestructural. Desde estas posiciones, en los hechos, buscan tergiversar y trabar el carácter de la unidad desde los intereses de la clase obrera y el pueblo, que por fuera de toda esta atrofia van expresando aun incipientemente la acción independiente y de base con genuinas formas por fuera de los marcos de estas políticas oportunistas.

Lejos de estar en función de las necesidades políticas de los trabajadores, esta llamada “unidad” o -mejor dicho- esta sumatoria está en función de seguir sosteniendo por arriba y desde arriba un marco de acuerdos totalmente ajeno a los de abajo, ya que forman parte del andamiaje de sofocación que se hace sentir sobre las espaldas de la clase obrera. Al igual que el yugo de la explotación esta adherido a éste como las sanguijuelas.

Estas prácticas de la “unidad” no son novedosas en nuestro país. Sin embargo, y al igual que el bolo alimenticio de una vaca, se regurgitan una y otra vez a medida que comienzan a aflorar expresiones orgánicas independientes por abajo pretendiendo hacer masticar a la propia clase la misma bosta de siempre.

Sobre la base del sistema de representatividad burgués estas estructuras parasitarias que viven a costa del trabajo ajeno unifican la decisión de la no participación de los trabajadores en la lucha por sus demandas.  ¡Nosotros lo hacemos por ustedes!! dicen, porque somos sus representantes. ¿Los son?  Desde allí vociferan sobre la unidad.

En los hechos cuando se da lugar a sus políticas en las empresas o fábricas no solo se convalida una institucionalidad sindical al servicio del capital, sino que se convalida las políticas de opresión del capital por medio de estas instituciones.

Si desde sus conductas se insta a los trabajadores a aceptar las cosas como vienen dadas por el régimen capitalista con la crisis y el ajuste como telón de fondo, no es de sorprendernos su ausencia como estructura sindical a la hora de las necesidades de los obreros, menos aún su presencia a la hora de defender los intereses del capital cuando rubrican y convalidan la rebaja de salarios con aumentos irrisorios.

Por ende, su marcada ausencia durante la cuarentena es al mismo tiempo una marcada presencia como expresión de los intereses del capital en el seno de la clase obrera. No son pocos los gremios donde esto se patentiza.  Los trabajadores lo vivimos en carne propia en la totalidad de las disciplinas laborales.

Valga este ejemplo como una muestra de todo ello. En La Unión Ferroviaria conviven corrientes internas de un sindicalismo que muestra toda esta bosta regurgitada. En ella conviven desde corrientes reformistas, de izquierda, con listas progresistas como “La bordó” del Pollo Sobrero, con expresiones más corporativas del sindicalismo empresarial como la Unión Ferroviaria de Sacia o como las de los Maturano y otros tantos compinches.

Sin embargo, tanto unos como otros, e inclusive en las expresiones vinculadas a ciertas organizaciones de izquierda y partidos parlamentarios abunda el oportunismo y la concepción reaccionaria en un hervor de disputas y electoralismo sindical que en los hechos divorcia aún más la distancia entre estas estructuras oportunistas de las necesidades de los trabajadores.

Sin embargo, aunque este enjambre oportunista exprese intereses particulares concretos y hasta formalmente opuestos están unidos de hecho, a la hora de desarrollar políticas antiobreras.

El repudiado 7% de aumento y las posteriores repercusiones que han tenido las iniciativas de base en toda esta cofradía pintan de cuerpo entero el andar de todos ellos. Todos se rasgan el gañote hablando de la unidad, pero no todos se animan a enfrentar semejantes políticas antiobreras. Cada cual a su modo -en esencia- expresan la conciliación de clase, unos con más circo otros con más sobriedad. Unos con más disimulo, otros sin disimular nada. Todos proponen salidas institucionales a la crisis, problemas… culpan a unos, culpan a otros, especulan e intrigan, pero ninguno saca los pies del plato, ninguno abandona las prerrogativas burguesas en las que se sienten cómodos y -en última instancia- en eso se amparan para justificar su inacción. Con justa razón hablamos de regurgitar la bosta, porque de eso se trata.

Cuanto estos tramposos traidores al servicio de la burguesía llaman a “la unidad del movimiento obrero” ponen en evidencia que sólo son una sumatoria de intereses particulares que ponen el grito en el cielo frente a las iniciativas políticas independientes y de base que expresan el interés mayoritario de los trabajadores, aunque aún no estén ampliamente movilizados.

Esas nuevas expresiones de organización abonan desde su acción una unidad de clase de hecho, desde los intereses obreros, desde la democracia obrera, desde las necesidades obreras. Su sola existencia es una preocupación para toda esta superestructura.

En resumen: las acciones de todo este sindicalismo putrefacto y viciado de todos los vicios burgueses van encaminadas a distorsionar el carácter de la unidad de los trabajadores tratando de poner piedras en el camino, buscando desviar toda acción genuina, buscando encuadrar estas iniciativas independientes dentro de los moldes de los que ellos llaman “unidad del movimiento obrero”, que es la competencia superestructural y electoral dentro de las fábricas en el seno de los gremios y sindicatos.

Es decir, circunscribir el radio de acción de las propias avanzadas obreras al marco burgués de acción. En las iniciativas y la organización independientes ven un peligro potencial porque abonan el camino a la unidad de clase. La construcción de esa unidad tiene una base material real fundada en el hartazgo por las condiciones materiales de trabajo y de vida. Lo que se expresa en formas de organización obreras independientes y en luchas independientes. Pero este mismo hecho también pone en evidencia un condimento ideológico fundamental abonado por la propia practica social en estos escenarios de lucha surgidos al calor de su propio protagonismo.

Un concepto de clase para sí que se hace más nítido y visibilizado entre los obreros a medida que su práctica en el escenario de la lucha de clases se hace más y más consiente.

Por lo tanto, la unidad de la clase obrera no es una sumatoria. La sumatoria es una cantidad neta, o sea, vista desde el pensamiento metafísico es un resultado cuantitativo, o sea una cosa al lado de la otra.

Una organización al lado de la otra bajo el paraguas de la institucionalidad burguesa es solo una suma de organizaciones, nada cambia. No hay unidad. Sólo hay unidad cuando los intereses comunes de clase se visibilizan a partir de una política revolucionaria.

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