Que la rebeldía se transforme en organización

La burguesía con su política de más flexibilización sigue despertando más bronca e indignación en la clase obrera.

Es que esta clase parasitaria no tiene límites y van por más. Al punto de seguir insistiendo en la recaudación por medio su Estado con el mal llamado impuesto a las ganancias, que no es más que un injusto impuesto al salario. Pero también profundizando la eliminación de puestos de trabajo, haciendo que cada vez menos obreras y obreros hagan la misma producción que hacían antes con mayor cantidad. Y así podríamos seguir enumerando un sin límite de maniobras de las patronales con el aval del sindicalismo empresarial, obviamente.

Pero la paciencia se agota…

Es el caso de una fábrica de la Matanza, en donde hace años la empresa viene flexibilizando a trabajadoras y trabajadores, sin hasta el momento encontrar una resistencia que se oponga activamente porque los delegados solían resolver o actuar como colchón de ciertos reclamos e inquietudes que surgían desde abajo.

Pero desde el comienzo de la pandemia la situación se puso más evidente. Atrás de cada política de la empresa estaban los delegados avalando a la patronal diciendo que “no son momentos de reclamar”, “que afuera la cosa está peor” y así un sin número de excusas para frenar los justos reclamos.

Esto se fue transformado en conciencia pues es cada vez más evidente para qué lado juegan los supuestos representantes de la clase obrera. La bronca contenida se fue expresando en los pasillos y varios debates sin encontrar todavía un cauce organizativo.

Pero como decíamos al principio, las patronales no tienen límites en su sed por las ganancias, a no ser que ese límite se lo impongamos a la fuerza.

Es así que dicha empresa impuso trabajar el 1° de enero “porque había mucha venta y había que producir”, lanzando una amenaza días anteriores que iban a suspender a quienes faltaran. Fue tal la indignación que la respuesta se da con la ausencia de más de 30 compañeros, encontrando un apoyo por parte del resto que sí fue a trabajar, reconociendo en esa actitud como un acto de rebeldía. Incluso bajo la amenaza de suspensiones que hasta el momento la empresa dubitativa no efectuó por miedo a la reacción que pueda venir desde abajo.

Lejos de querer resaltar está actitud de la clase obrera como una situación de avanzada, reafirma que la resistencia se pone cada vez más activa y en los lugares que aparentemente no pasaba nada, ahora pasa.

Está en el papel que juguemos desde el campo revolucionario de poder sintetizar junto a trabajadoras y trabajadores, que la patronal, en la medida que avancemos en organización, en la democracia obrera, en el impulso de asambleas con participación activa, quedará expuesta que es un gigante, pero con pies de barro. Y que, en el choque de fuerzas, así como en su momento la empresa impuso las condiciones, también desde la clase obrera podemos imponer las nuestras.

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