Análisis político

LA CAPACIDAD DE LA CLASE OBRERA ARGENTINA
DE IMPULSAR UN PLAN POLÍTICO
DE UNIDAD Y ORGANIZACIÓN POPULAR

Han pasado ocho años de las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, y sus enseñanzas aún continúan siendo motivo de permanente análisis.
Queremos resaltar hoy un aspecto que no ha sido medido en toda su dimensión y que consideramos de fundamental trascendencia, no solamente para encuadrar aquellos sucesos, sino más bien, para tener una perspectiva mirando hacia el porvenir.
Durante aquellos días, en el agitado accionar de las masas populares ocupando las calles, importantes sectores de nuestro pueblo –en especial los jóvenes- pudieron ver y comprender una capacidad que distingue al pueblo argentino: la voluntad de intervenir con decisión y con firmeza en la historia política nacional.
Recordemos que sólo unos años antes, más precisamente durante los 90, era muy corriente escuchar frases como “este pueblo tiene el gobierno que se merece”, “la clase obrera ya no existe”, “este pueblo no lucha”, “lo único que podemos hacer es resistir”, y otra serie de ideas del mismo tenor.
Parecía que el poder monopolista tenía la partida ganada y que sólo nos cabía la resignación.
Sin embargo, por abajo, en las entrañas mismas de nuestro pueblo, esa calma aparente engendraba un odio contenido que buscaba en silencio el momento para expresarse.
Cutral-Có, el Santiagazo, Tartagal, Mosconi, Ushuaia, el Puente Correntino, fueron señales avanzadas de lo que vendría; fueron las escaramuzas iniciales donde comenzaba a tomar impulso una fuerza que sorprendió a propios y extraño
Mucho se habló del clima económico-social que rodeó aqs.uellas jornadas, sobre la confiscación de los ahorros, sobre la miseria y el hambre a la que eran empujadas vastas capas de la población, pero la gota que rebalsó el vaso fue netamente política: el anuncio del presidente De la Rúa que intentaba imponer el estado de sitio.
Tal vez algún desmemoriado olvide que en los años 80, Raúl Alfonsin había declarado el Estado de Sitio, y que incluso se realizaron elecciones bajo esas condiciones.
Pero esta vez la situación era diametralmente opuesta; en lugar de confianza o expectativa había un rechazo absoluto a la institucionalidad burguesa, que ya había expresado en las elecciones de octubre.
Y el pueblo argentino, masivamente, contestó golpe por golpe. EL único que quedó preso del Estado de Sitio fue el gobierno que pretendió declararlo y todo el aparato institucional en su conjunto.

LA CALIDAD
DE LA CLASE OBRERA

Del mismo modo, estamos transitando hoy una época que también ha comenzado a manifestarse casi sin darnos cuenta, que ya ha dado las primeras señales; que se instaló en la vida cotidiana sin provocar aún grandes hechos, pero que sin lugar a dudas cuando se exprese con total nitidez, servirá para que comprendamos y veamos una capacidad cualitativamente superior: la capacidad de la clase obrera argentina de impulsar un plan político de unidad y organización popular.
Constantemente, desde los medios masivos y todas las herramientas al servicio de la burguesía, nos corren con la vaina de que la clase obrera de tal país está mucho más formada ideológicamente que la nuestra, que sus dirigentes son de izquierda, o que hay gobiernos respaldados desde la movilización por los trabajadores.
Como internacionalistas que somos, observamos con mucha atención todo lo que ocurre en el resto del mundo y en particular, con el devenir de la lucha de clases, con doble atención en lo que respecta al accionar de los trabajadores y los pueblos.
Pero como revolucionarios que somos, de ningún modo consideramos que nuestro destino esté atado a lo que haga o deje de hacer Chavez, Lula, Mujica, Evo, Cuba, el ALBA o el UNASUR.
“Sólo el pueblo salvará al pueblo”, agitaba la consigna de la CGT de los Argentinos en los años 60/70. Hoy, muchos personajes nefastos cacarean aquel principio, para después encerrarse en Foros, Cumbres, Mesas de sesudas discusiones en donde se discurre sobre la “unidad latinoamericana”, mientras las trasnacionales monopolistas dominan, explotan y sojuzgan.
Nosotros creemos que aquella consigna se impone hoy con tremenda justeza, porque precisamente, la experiencia del pueblo argentino avanza en esa dirección.

SOMOS
PROTAGONISTAS

La etapa que estamos transitando resulta determinante para el desarrollo de la lucha de clases, para el futuro de los trabajadores y del pueblo.
La capacidad de la clase obrera de motorizar una salida política que exprese, sintetice y represente las aspiraciones e intereses populares, es un sello distintivo que marcó al proletariado argentino desde su nacimiento, y que a pesar de los golpes recibidos a lo largo de toda su historia, vuelve al ruedo con la participación activa de cada nueva generación.
La capacidad del pueblo argentino de torcer –con su masividad y protagonismo- el curso de la Historia, es ya un patrimonio incorporado en la conciencia a través del ejercicio de su propia fuerza.
La unidad de estas capacidades no vendrá desde arriba. La misma está absolutamente divorciada de los métodos de esta farsa democrática institucional. Esta alianza está cimentada en el accionar de sus propios protagonistas, en sus experiencias directas, en profundizar el camino ya emprendido.
La necesidad de una dirección política que asuma este desafío, que fogonee y aliente esta acción de los trabajadores y el pueblo, está a la orden del día.
Acción y dirección son dos caras de una misma moneda.
No hay dirección real y efectiva sin acción.
No hay acción que acumule fuerzas sin dirección.
Los destacamentos revolucionarios, como parte indisoluble de las experiencias populares, debemos ocupar la primera línea de combate, predicando con el ejemplo.
Pero debemos además, con total generosidad y entrega, correr los cortinados para que el escenario luzca con todo su esplendor.
La hora de los pueblos es el momento actual y es imperioso darle un horizonte de victoria.«

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