Si tuviéramos que definir en pocas palabras cuál es la razón de ser de la burguesía, nos alcanzaría y sobraría con decir que su verdadera esencia es el amor a la ganancia y el odio al pueblo.
Desde ahí, múltiples cosas se podrán agregar, pero sólo desde ahí.
Una vez aclarado este punto de vista, no es difícil encontrarle explicación, por ejemplo, a la estampida de los precios del último diciembre que terminó de destruir los ya maltrechos bolsillos de los trabajadores, llevando la escalada inflacionaria del 2009 al 31,5%.
Por supuesto que no engañan a nadie haciendo aparecer que los aumentos se deben a la suba de los costos y no se sabe a qué fantasmas extraños que producen la inflación.
La inflación provocada por los monopolios, existe porque la burguesía quiere mantener sus ganancias planchando aún más los salarios y subiendo los precios, sobre todo en un año en el cual tienen grandes planes de producción, lo que se expresa claramente en la industria automotriz (en el mes de diciembre de 2009 crecieron un 99% con relación al mismo mes del año anterior).
A esto obedece el “acuerdo” entre el SMATA y los empresarios de las concesionarias automotrices, que se hizo entre gallos y medianoche.
Aprovechando que los trabajadores están de vacaciones, este “acuerdo” se efectuó con la intención de que regresen a trabajar calladitos. El mismo, contempla un aumento del 22% escalonado en cómodas cuotas y pretende ser el techo de aumentos para el resto de los trabajadores del país, como parte del plan de toda la burguesía y su gobierno de achatar los salarios.
Mientras tanto premiaron a los “barrabravas”, es decir a la fuerza de choque que utilizan los sindicatos, los empresarios y el gobierno, con el financiamiento para ir al mundial de fútbol.
Pero más descaradamente aún, la C.G.T. organizó un asado en su búnker de la calle Azopardo para recibir a la embajadora y cuatro diputados norteamericanos a quienes les aseguraron que se quedaran tranquilos pues “la casa está en orden y hay garantías jurídicas para la superexplotación”. Miren nomás, los sindicatos argentinos agasajan a estos personajes en su propia casa y con la mejor carne del mundo.
Al margen de la arrogancia y el servilismo, el nivel de subestimación a nuestra clase obrera es tan grande, como grande va a ser el golpe que van a recibir porque, ¡ojo!, en realidad los sindicatos son parte de las mafias que le dan el marco institucional burgués que los monopolios necesitan para que en Argentina no se hable del salario. Pero la lucha de clases en nuestro país no respeta ningún marco legal, y menos aún, cuando las masas, en forma autoconvocada, destruyan los planes de los monopolios que apuntan al corazón de los obreros y trabajadores en general.
Ellos ya actuaron, ahora nos toca jugar a nosotros