Después del terremoto, invasión y crimen

Atrás el Palacio Presidencial destruido por el terremoto. En primer plano, tropas norteamericanas listas para defender los negocios urgentes de los monopolios
Haití ha sido invadido por Estados Unidos y ninguna institución política, judicial, periodística, legislativa o humanitaria del mundo lo ha dicho claramente.
Los yanquis han anexado otro territorio e impusieron militarmente su poder de decisión en ese país.
Han mandado, por ahora, 15.000 soldados, helicópteros, barcos y todos armados hasta los dientes.
Haití es un punto geopolítico y económico importantísimo para el imperialismo yanqui y a eso se debe la velocidad con la que actuaron. Está enclavado frente a Cuba y en pleno mar Caribe, puerta de Centroamérica y norte de Sudamérica.
El argumento de la ayuda humanitaria es pura basura ya que ni en la catástrofe ocurrida en propio territorio norteamericano cuando el huracán Katrina en Nueva Orleáns devastó a una población en su mayoría negra y pobre, se preocuparon tanto por la “ayuda humanitaria”. Todos fuimos testigos de los testimonios de afectados que a más de un año de ocurrido el fenómeno reclamaban ayuda a su gobierno.
Tampoco los yankis ni gobiernos europeos acuden en ayuda de sus propios pueblos ante las crisis económicas que provocan desocupación, miseria, abandono social, etc.
Estos gobiernos sólo ayudan a sus mandantes, es decir a bancos, entidades financieras y empresas monopolistas tal como lo hicieron en la crisis del 2008/09 destinando billones de dólares y billones de euros.
Basta comparar estas cantidades con las cifras que se destinan a Haití: se informa que los europeos discuten un plan para reunir 500 millones de dólares, es decir, centavos, si se compara con lo anterior.
Lo que sí van a disputarse son los negocios millonarios para la “reconstrucción” de Haití tal como lo hicieron en Irak.
Además de todo lo dicho, el sistema capitalista está mostrando una de sus peores caras en Haití: la apropiación de niños para convertirlos en esclavos, destinarlos a la prostitución o a otros fines igualmente inhumanos.
Los niños son parte del botín que se disputan. Según los datos que las agencias informativas burguesas informan, Estados Unidos ya se llevó más de 50 y Holanda más de 100.
La maniobra es inocultable a pesar de los fines “humanitarios” que invocan para raptarlos.
El argumento se cae rápidamente cuando se contrasta con la información que las agencias de noticias mundiales dan acerca de que antes del terremoto había en Haití más de 380.000 niños huérfanos. ¿Acaso antes no había urgencias para esas criaturas?, y ahora que no se sabe a ciencia cierta si son o no huérfanos pues, en medio de la conmoción no se sabe si sus padres viven o si tienen familiares, etc., se los secuestra, se los desarraiga y se los lleva a países extraños con una urgencia que sólo puede justificarse en el arrebato del botín.
Mientras tanto, las repulsivas estampas de los marines, ponen orden y matan a gente que desesperada “roba” alimentos.
La oligarquía financiera haitiana que se reparte más del 47% del producto nacional y cuyas familias más representativas son Mevs, Brandts, Accras, Bigios, Berhmaus, Apeds, Halloum, Shemali, Hamdar, entre otras, según artículos de exfuncionarios de embajadas de ese país, devenidos periodistas, dedican su tiempo al comercio de azúcar, aves de corral, aceite de cocina, textiles, acero , materiales de construcción, automóviles y camiones, desde y hacia la isla, a los que hay que sumarle la especulación bancaria y financiera y el turismo internacional, entre otras actividades.
Éstas se sienten hoy protegidas ante posibles desbordes sociales o puebladas, por la presencia de los marines mientras el pueblo los sufre. Sin embargo, todos estos hechos, a pesar de representar grandes negocios en lo inmediato, hace madurar a los pueblos sobre los verdaderos intereses del capital y hace aparecer con su verdadero rostro a los personajes en manos de quien está el mundo, multiplicando la desconfianza y el odio acumulado que tanta mugre antihumana genera en las mentes y corazones de millones de seres que presencian y sufren el festín de las hienas.
Los negocios de hoy son la tumba de mañana para los monopolios imperialistas y sus gobiernos.


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