El camino para romper el techo salarial del 20% o cualquier otro techo que los monopolios, el gobierno y los sindicatos quieren imponer a los trabajadores, se transita con luchas como la que describimos en este artículo. Porque no se trata solamente de aumentos de sueldo o, como en este caso, la reincorporación de un compañero despedido y el blanqueamiento de sueldos en negro. Se trata de imponer un freno brusco a las pretensiones de mayores ganancias a costa nuestra, se trata de luchar en forma autoconvocada por nuestra dignidad, se trata de hacerlos retroceder en sus planes todos los días un poco, se trata de fortalecernos con conquistas logradas, se trata de unir nuestros reclamos como obreros a los reclamos de todos los sectores populares que unifican un sentimiento y una aspiración común de conquistar una vida mejor y lograr finalmente su derrota definitiva.
En la tranquila ciudad de Saladillo, Pcia. de Bs As, se han asentado una cantidad considerable de pequeñas y medianas industrias; además resaltan los grandes monopolios, como Cargill o Nestle–Purina y se siente la presencia de grandes empresas como Los Grobo y El Tejar.
Recientemente se dio una lucha muy importante que sirve de ejemplo a los demás trabajadores de la zona; en el frigorífico ANGELANI que produce una amplia gama de fiambres.
Este es un frigorífico que hace unos años se jactaba de tener los mejores salarios de la zona, hasta que se dieron cuenta de que bajándolos podían obtener muchas mayores ganancias. Hace siete años atrás planchó los salarios y las horas extras (que luego acomodó un poco) pero como era de esperar, todo se lo comía la inflación. Por esa época comienza a aumentar la producción a más del doble. Son alrededor de 50 trabajadores en horarios rotativos que dejan sus pulmones ahí adentro. Hoy en día sus productos se envían a todo el país y produce alrededor de 160 mil toneladas de fiambres al mes, con un ingreso de 2.500.000 pesos (se calcula que tienen $500.000 de “gastos”).
La empresa viene siendo denunciada repetidamente por los vecinos “gracias” a la propagación de olores nauseabundos y eliminación al aire de solventes; agravado todo esto ya que están en medio de la ciudad. Cabe agregar que no para de expandirse y crecer sobre sí misma, aunque lo tiene prohibido.
El conflicto comenzó por una simple discusión entre un encargado nuevo muy chupa medias con un trabajador. Por cuestiones que no hacen gran cosa, despiden al compañero. Pero como sabemos, estas cosas no empiezan de un día para otro.
Los trabajadores están bajo el convenio del sindicato de Empleados de Comercio. y tienen solamente $ 1.350 (con suerte en blanco) y su salario ronda en alrededor de $ 2300.-
La realidad de todos los días es que vienen siendo muy presionados por el aumento de producción. Y la plata no alcanza para nada.
Cuando los demás trabajadores se enteraron de la expulsión de ese compañero, se acercaron a él para saber qué quería hacer: si agarrar la plata o seguir en el laburo. Después de unas cuantas charlas, decidió quedarse; pero la patronal no estaba dispuesta ya que decían que “si lo tomamos de vuelta los trabajadores nos van a manejar como quieran”…
Entonces los trabajadores se dirigieron a la calle y comenzó un paro que duró 5 días. Con decisión en las negociaciones y una unidad entre ellos para destacar, sacaron provecho de las componendas gremiales por arriba (ya que ellos podrían estar encuadrados en gremio de la carne), siempre teniendo claro que al sindicato no hay que darle la mano para que no te agarren el codo.
Hasta algunos encargados (desoyendo el mandato de los patrones) en vez de agachar la cabeza como algunos, se unieron a los compañeros. Esto le dolió en el alma (y mucho) a la empresa.
El día lunes 8 de Febrero, el frigorífico ya no pudo más y tuvo que ceder al reclamo de los trabajadores y a su férrea voluntad de lucha. Se logró la reincorporación del compañero despedido y tras eso, el reclamo se extendió hacia el tema salarial.
En retroceso, la empresa tuvo que blanquear todo el salario y dejar en claro la situación de cada trabajador. Con esto, el frigorífico perdió en gran medida su herramienta de extorsión más utilizada: el pago de parte del salario en negro.
El día martes 9 de Febrero, las actividades comenzaron como cualquier día más, pero todos los compañeros sentían que ya no era lo mismo.
Esta victoria no sólo es una espina en el ojo para la patronal, sino sobre todo, ha inflado el pecho de todos los trabajadores, que se dieron cuenta desde su propia experiencia que no nos van a dar nada si no se lo arrancamos, y que en el único lugar que nos podemos apoyar la espalda, es en otro trabajador, en cada compañero que tenemos al lado nuestro.