El ministro Aníbal Fernández dijo que “la inflación se debe a la mejora en la distribución del ingreso”, refiriéndose al subsidio por hijo dado recientemente a los sectores populares.
O el Sr. Ministro está loco porque nos dice que una mejora en la distribución que significaría mayor poder adquisitivo del pueblo genera inflación o sea: pérdida del poder adquisitivo del salario, lo cual significa más pobreza para el pueblo, o dice cualquier cosa porque las cosas se le van de las manos y cae en el ridículo.
La presión del pueblo va en aumento y el descontento y la bronca se generalizan mostrando un horizonte poblado de nubarrones cargados de luchas contra los monopolios y el gobierno a su servicio.
El miedo generalizado de la burguesía hace que se acrecienten las disputas y contradicciones entre sectores. Desde el gobierno se toman políticas que profundizan el abismo entre el pueblo y la clase dominante y los funcionarios, tratando de explicar lo inexplicable, dicen cosas que ponen aún más en evidencia sus mentiras y desprecio al pueblo.
Durante años, el gobierno de los Kirchner nos estuvo diciendo que habiendo más producción el pueblo debía esperar a mejorar porque generando más riqueza se iría llenando la copa que al desbordarse iba a desparramar riqueza para todo el pueblo.
Ahora resulta que las migajas que el gobierno reparte a los sectores más pobres del país mediante el subsidio por hijo es lo que, según el ministro, genera más inflación, o sea que a buen entendedor, lo que el ministro quiere decir en otras palabras, es que para que no haya inflación no debe haber consumo de los asalariados y de los sectores empobrecidos.
La única explicación que tiene la inflación es que la burguesía no está dispuesta a perder ni un céntimo de ganancias y por esta razón se aumentaron los precios de todos los productos. Esto es, como ya lo dijimos, una política de Estado, una política de clase.
Lo más concentrado de la burguesía monopolista se muestra débil para ocultar su jugada quedando cada vez más expuesta. Sostener los negocios en esta situación histórica tiene ese precio, pero del ridículo no se regresa.