Desde nuestro Partido caracterizamos que este Estado está al servicio de los monopolios. Todas las medidas políticas llevan su sello, todas las decisiones responden a sus planes e intereses.
Este contenido, lógicamente, tiene su forma: una forma dictatorial de dirigir los asuntos públicos, de espaldas a la población con desprecio absoluto a su dignidad.
En los últimos días los medios cargan sobre el gobierno nacional y el abuso de los DNU (decreto de necesidad y urgencia) con el fin de pagar la deuda externa sin pasar por los métodos que marca la Constitución: un debate parlamentario sobre el presupuesto nacional.
Pero veamos qué pasa en la ciudad de Buenos Aires, donde Macri cierra el Hospital Lagleyze, supuestamente para reacondicionarlo por los daños de las inundaciones, sin haber avisado ni consultado a los trabajadores ni a la comunidad.
El mismo estilo, la misma lógica, con el mismo discurso: «defender los intereses populares». Tanto del gobierno nacional como de uno de sus más enérgicos opositores a cargo del gobierno de la ciudad.
No hay progresismo enfrentado a la derecha, ni derecha enfrentada al progresismo, en realidad hay una disputa de grupos monopolistas que muestran su decadencia y descomposición.
Sólo un gobierno sustentado en el protagonismo popular, sólo un gobierno revolucionario puede realmente poner los intereses populares como política de Estado.
Todo lo demás es cartón pintado.