Hace unos días todo eran críticas y réplicas entre los gobiernos de Argentina Y Estados Unidos. La rápida lengua de la Presidente K haciendo observaciones sobre su par Obama, puso sobre el tapete una nueva “pelea” mediática que, esta semana, se convirtió en acercamiento y coincidencias en temas muy caros a los intereses monopolistas.
Detrás del ruido del discurso en el Congreso y del decreto sobre las reservas, pasó casi desapercibida la visita de Hillary Clinton. A la secretaria de Estado de EE. UU. sólo le bastó unas pocas horas para suscribir un acuerdo por el que la Argentina se suma a un programa norteamericano de control nuclear. Con el cuento de la amenaza iraní y el terrorismo, Estados Unidos incluye a nuestro país a otros treinta países en el mundo que cumplirán con dicho programa, y se garantiza el control absoluto sobre el control de los puertos, con la mentirosa intención de controlar embarques nucleares. Como frutilla de la torta, con la garantía de pago de todos los vencimientos de deuda de este año, Clinton ayudará a que la Argentina acceda a créditos internacionales.
Una vez más, se reafirma la injerencia de EE. UU. en la política del país, más allá de los cacareos nacionalistas del gobierno. Y, por supuesto, continuar adelante favoreciendo las políticas monopolistas que profundizan la entrega de la maltrecha soberanía de nuestra patria.