A partir de las sucesivas agresiones sufridas por los choferes de colectivos (en las que al peor estilo mafioso se cortaban sus dedos) se ha generado un gran negocio.
18.000 cámaras serán instaladas en el área metropolitana, la capital y el conurbano bonaerense y para ello se reunieron: el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, junto con el jefe de la Policía Federal y representantes de la provincia de Buenos Aires, de las cámaras empresariales y de la Unión Tranviarios Automotor. Quienes acordaron ayer “tomar medidas de prevención para intentar terminar con la ola de inseguridad que están sufriendo los choferes”.
Estas “joyitas” de personajes harán presión por imponer la tecnología de empresas monopólicas, no sin antes ser adornados con jugosos beneficios. Luego harán la parodia de una licitación, lo aprobarán en sesión extraordinaria en los parlamentos respectivos poniendo otros pesitos y el gran negocio quedará convalidado.
Los medios de comunicación masiva informarán del nuevo negocio con aires del verdadero combate a la inseguridad y por un tiempo, mágicamente, la paz llegará a los colectiveros.
Estamos hablando de millones y millones de dólares, ya que el negocio es el mantenimiento por años del sistema que se instalará. Es aquí en donde se puede comenzar a entender el por qué de los cortes de los dedos a los choferes, o al menos entender el por qué de una “solución” tan rápida. Con las cámaras no va a haber solución para los choferes, pero se aprovecha la ocasión para hacer un negocio rentable. La vida y la seguridad de los choferes, al gobierno y los mentores del negocio de la instalación de las cámaras no les importa nada, como nada les importan la cantidad de problemas básicos de subsistencia para tanta gente, cuyos reclamos permanecen encajonados por años y años.
La seguridad de los choferes, de sus familias, de la población en general, tiene aristas tan importantes como la inseguridad. Bueno sería tener un transporte con más líneas, con más frecuencia, con comodidades dignas para el chofer y el público.
Tener un transporte colectivo no concebido como negocio sino como servicio público. Horarios de trabajo y recorridos que contemplen el bienestar del chofer. Salarios acordes con la responsabilidad de traslado de personas, etc., etc.
Para esos señores reunidos ante la inseguridad, todas estas aspiraciones no dan plata, no son negocio, y por lo tanto de eso no se habla, se sigue cajoneando.