La clase obrera argentina prepara sus armas para afrontar y confrontar las luchas salariales que se avecinan, teniendo en cuenta la depresión tremenda que sufrió el poder adquisitivo del salario producto de la carrera inflacionaria (de hecho se está generalizando en muchas fábricas y en diferentes sectores con el boca a boca el reclamo por el 40% de aumento salarial sin escalonamiento).
Mientras la clase obrera debate intensamente las necesidades que se le presentan a su paso en cuanto a las nuevas formas de organización, la unidad y la ruptura del aislamiento, la cúpula más alta de los sindicatos hace su fiestita.
La mejor demostración de ello es el acto electoralista que lanzó Moyano en Neuquén preparando su candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Cuando hablamos de corrupción e inmoralidad nos referimos a estas expresiones. Cuando nuestro Partido dice, más allá de las definiciones de fondo que podamos hacer, que los sindicatos son la expresión de organización perimida para la clase obrera, no nos equivocamos, todos los días tenemos demostraciones como estas. Los dirigentes sindicales no tienen ningún tipo de autoridad moral, ni política, ni social para hablar en nombre de la clase obrera.
Como si fuera poco, si existe alguna pequeña disputa con el gobierno es el reclamo de una puja por más de cuatro mil millones de pesos que los sindicalistas reclaman al gobierno para financiar sus obras sociales, léase en el marco de la discusión salarial no sólo salen de campaña sino que usan como palanca para engordar sus arcas la cuestión salarial. Todas pujas entre ellos, es decir monopolios, gobierno y sindicatos por una mejor cotización dado que la situación está muy caliente; en pocas palabras diría Moyano “… el quilombo abajo es muy grande, el precio es otro, para arreglar las cuentitas resolvamos el problema de la obra social…”
Por ello nosotros debemos ir golpe por golpe y no dejarles pasar una, y reafirmar una vez más, y todas las veces que sea necesario, que la organización autoconvocada (camino inequívoco que eligieron las masas) es el método organizativo no sólo más genuino sino el único capaz de lograr que en la lucha por nuestros reclamos no haya traiciones ni recovecos, es un camino recto que pone en blanco sobre negro los intereses de nosotros contra los de ellos.