Cuando observamos tantas veces escenas reales de guerras donde los bombardeos destruyen ciudades enteras y matan tanta gente, nos llenamos de dolor, de estupor y de tristeza.
Lo mismo nos pasó en días pasados con el terremoto en Chile, e inmediatamente nos abrumó la idea al pensar en la gente que perdió tantos seres queridos y que, además, se quedó sin nada, cómo harán para volver a reconstruir sus vidas, tener, algo, su vivienda, cómo y en qué tiempo se reconstruirá lo devastado…El solo acto de imaginarlo aplasta, y nos invade la desolación de pensar en las personas que les tocó padecer semejante situación. Los medios informativos del capitalismo generan, casi como “actos reflejos”, llamamientos a la solidaridad, por ropa, por comida, medicamentos, frazadas, etc., siendo así la única ayuda que reciben los pueblos, el aporte de otros pueblos.
Con el estallido de la burbuja especulativa inmobiliaria, “la última”, la última crisis mundial del 2008, la catástrofe fue tremenda, similar y/o peor a lo antes mencionado: millones de fuerzas productivas fueron quemadas y destruidas, millones de trabajadores en el mundo expulsados a la nada, a la muerte; todo en virtud de la especulación y la ganancia. Pero de pronto, sin pensar sobre la desgracia de los pueblos, el capitalismo hace nuevos negocios demostrándonos a todas luces que la burguesía mundial lo único que nos propone son nuevos tsunamis y terremotos de explotación, de espoliación y de especulación.
En EUA, España, Francia, China, Irlanda, etc., existen hoy miles y miles de viviendas y hoteles sin estrenar deshabitados cuando hay millones de familias que no tienen donde vivir. Por ejemplo, en Irlanda (según las fuentes informativas de ellos): 236 mil irlandeses carecen de viviendas dignas, y se construyeron en el último periodo, antes de la crisis, más de medio millón de viviendas de primera calidad. Estas las van a derribar porque es más redituable tenerlas como lotes que brindárselas a la gente. En los países antes mencionados piensan lo mismo, porque “si no se habitan se deterioran y no sirven como negocio a futuro”.
Esto no se asemeja en nada a un bombardeo o un terremoto. Esta actitud macabra y perversa deja en blanco sobre negro la verdadera crueldad del capitalismo. Para quedarnos pensando: estos mismos capitales son los que en Argentina tienen el poder y el control del Estado. Este es el mundo globalizado del cual tanto se llenan la boca.