Hartos de tener que trabajar como mínimo diez horas por jornada para conformar un salario de bolsillo que al menos cubra las necesidades básicas del grupo familiar; los trabajadores venimos generando un fuerte y creciente movimiento de organización por fuera de las estructuras de los sindicatos empresariales.
Lo hacemos en función de la recuperación del salario perdido en manos de la política de inflación generada para este fin, por los monopolios y su gobierno.
El hecho concreto es que se ha instalado en los trabajadores el 40% y un básico de $ 3.500 como piso, para recuperar lo perdido en el último año.
Presionados por la aluvión de conflictos que se avecinan, algunas ramas ya han anticipado sumas fijas en mano y porcentajes a cuenta de futuros aumentos, todo esto por el creciente rechifle de los trabajadores (un ejemplo de esto ocurre con la UOM que ya adelantó un 15% en la última quincena a cuenta de “futuros acuerdos”).
La burocracia sindical intenta poner paños fríos. En los últimos días, uno de los que hace punta es el Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal, con Oscar Lescano, uno de los líderes de la CGT a la cabeza, que le puso la firma al convenio colectivo por un año, contemplando sólo un 22% de aumento en los salarios.
Con esto se intenta poner ese acuerdo como caso testigo, respondiendo así a las órdenes de sus patrones, los monopolios, que pretenden que éste sea el techo para todo el año y en cómodas cuotas.
Pero mas allá de que los grandes popes de la traición estén sentados, fumando habanos en los cómodos y costosos sillones de sus empresas, pretendiendo con su gancho lograr la paz social– el movimiento obrero real va por más.
Y de hecho, mas allá de las paritarias que firmen los traidores, en cada fábrica, en nuestro terreno, vamos por la conquista del 40% y nos disponemos en las próximas semanas a generalizar la lucha por el salario.