A nadie le quedan dudas en este país que la última escalada inflacionaria, a los sectores que más golpeó fue a los trabajadores, en general, y a los más empobrecidos, dado que los aumentos más desorbitados se dieron en los productos alimenticios, llegando a variar algunos artículos hasta un 100% ó más.
Si a esto le sumamos que Argentina se sigue posicionando entre los primeros productores de alimentos en el planeta, (para ser más específicos, más de 300 millones de personas en el mundo comen de lo que exporta nuestro país), lo que nos muestra a todas luces las sumas multimillonarias que facturan las empresas. Ambas cosas nos muestran a las claras que el epicentro de todas esas exportaciones, de todas estas escaladas inflacionarias, está asentado en la mayor superexplotación que haya conocido nuestro pueblo.
Es en este contexto que se está dando el conflicto de los trabajadores de la alimentación por un reclamo salarial que, fábrica por fábrica, reclaman el 40% de aumento y $ 3.800 al básico. Esto está sostenido por cientos y cientos de conflictos llevados a cabo de diferentes maneras, desde, trabajo a desgano, rechazo a las horas extras, no trabajar los fines de semanas, y en muchísimos casos el sabotaje incluido. Por supuesto que el gremio de Daer no es ni arte ni parte en todo esto, pero intenta, no quedándole otra, presionar al gobierno haciéndolo cargo de algo que ellos no promovieron (muy por el contrario, trataron de frenar) como es la situación conflictiva antes mencionada. De esa manera, intentaron encontrarle una salida formal que es acordar la conciliación obligatoria con el gobierno.
Lo que no quieren entender estos señores, llámese empresas, gobierno y sindicatos, que las cuestiones de fondo que nacen de lo más profundo del sentir, la bronca y la justeza de la lucha de masas, como están expresando los trabajadores de la alimentación, termina barriendo con cualquier componenda que se exprese en el marco legal burgués, porque lo que está dado de hecho no se puede borrar con una determinación consensuada en una oficina del Ministerio de Trabajo.
Esto es lucha de clases por más que les pese, y en este terreno tienen que entender que la clase obrera transita un camino irreconciliable con la burguesía.