En las alimenticias de zona norte del gran Buenos Aires, debido a la lucha que llevan a delante los trabajadores de Arcor Córdoba, se profundiza el malestar.
Esta más que claro que, cuando la lucha de clases dispone un ritmo y una forma de organización, éstas se ramifican silenciosamente por todo el país y esto repercute no sólo en la clase obrera sino también en la burguesía.
En notas anteriores se profundizó la experiencia de los trabajadores de Arcor, pero lo que queremos mostrar en esta nota es como repercute una lucha que sucede a más de 800 kilómetros de distancia de ella.
Esto se ejemplifica en el hecho de que en la planta de Fargo Bertrand todos los delegados de repente empezaron a faltar, se tomaron días gremiales o bien acusan a problemas personales, pero lo que queda claro es que no quieren dar la cara por miedo a que también se les pudra todo en esta planta.
Sin embargo, ante la agitación en la fábrica y el malestar reinante, el sindicato se apareció en la madrugada de ayer y decretó el paro en reclamo de un 35% de aumento más paritaria, mostrando la debilidad en que se encuentran.
Lo mismo está pasando en Kraft, que ni bien terminó la conciliación obligatoria, los trabajadores automáticamente cortaron la Panamericana a la altura de Henry Ford y pararon la producción en todo el turno mañana, con el apoyo de los compañeros de Pepsico.
Toda esta situación da aire nuevo a la lucha en cada una de las fábricas, da una vuelta más de tuerca en la predisposición de los compañeros a ir por lo nuestro.
Muy lejos quedó el planteo del sindicato de pedir un 20% para arreglar en un 18%. Tan lejos que el propio sindicato negó un arreglo del 27%, que la cámara empresarial les ofreció la semana pasada.
Queda claro que aunque la burguesía proponga, la que dispone es la lucha de clases.