El 25 de mayo de 1810 constituye el hito simbólico del comienzo de la lucha revolucionaria del pueblo argentino para liberarse de la corona española.
Un siglo y medio más tarde, con la clase obrera como dirigente de todo el pueblo, las masas argentinas, con un proyecto revolucionario en manos de su vanguardia, avanzaban con sus luchas hacia la conquista de la liberación de toda explotación.
Nuestro Partido nace el 25 de mayo de 1965 como expresión de la necesidad histórica que las masas trabajadoras tenían de contar con un proyecto revolucionario capaz de conducirlas hacia la toma del poder para lograr la tan ansiada libertad y posibilidad de desarrollo de la mayoría de la población que venía sufriendo, desde siglos, la explotación, la miseria y la indignidad.
Todo ello se sintetizaba en la propuesta de la construcción del socialismo que nuestro Partido enarboló como bandera desde sus orígenes. Grandes sectores de la vanguardia obrera y popular se incorporaron a ese proyecto revolucionario y es así que nuestro Partido se gravó en forma indeleble como opción de dirección política hacia la toma del poder.
Intensa y rica fue la experiencia, en la que se transitaron triunfos y también derrotas, pero siempre manteniendo una conducta de lucha y compromiso con las masas con la convicción inquebrantable en el triunfo histórico de la revolución.
Con el golpe de Estado de 1976, la burguesía monopolista creyó que se entronaría para siempre en el Estado y que jamás sería desplazada. Cantó glorias vociferando a los cuatro puntos cardinales que había derrotado para siempre a la amenaza revolucionaria que osó cuestionarle el poder. No se imaginaba que años más tarde sufriría un nuevo embate que la sumiría en una nueva crisis política.
A poco más de siete años, empujada por la presión y movilización de las masas que no habían sido derrotadas, debió desistir de esa forma de dominación y abrir un proceso electoral que significó otra calidad en el enfrentamiento de intereses entre su clase y el pueblo que adquiría una forma más intensa aún.
En ese contexto nuestro Partido avanzó en un proceso de reconstrucción que le llevó duros años de trabajo contra el pulular de todo diversionismo ideológico y político en el que se enseñoreaban las ideas de “la muerte de las ideologías”, “la desaparición de la clase obrera”, “la eliminación de la lucha de clases”, “la aparición de los nuevos sujetos sociales (las multitudes)”, “el reemplazo de los partidos revolucionarios por los movimientos sociales”, “la teoría del caos”, las mil y una noches y otros cuentos.
La lucha de clases tiene avances y retroceso, victorias y derrotas, pero su curso es irremediablemente único y tiende a la profundización de las contradicciones insalvables del sistema.
Los años transitados fueron acrecentando la crisis política de la burguesía en el poder y nuestro pueblo fue generando nuevas vanguardias nacidas a la luz del descrédito de toda opción política del sistema.
Mal que le pese a la oligarquía financiera y todo su circo, las causas que dieron origen al PRT allá por 1965, no sólo siguen existiendo sino que se han agudizado: la explotación y la más cruel postergación de nuestro pueblo golpean cada uno de nuestros días.
Y nuevamente, aquellas necesidades: el partido revolucionario, una estrategia hacia la toma del poder y un proyecto revolucionario, crecen en el seno de nuestro pueblo. Y vemos que, tanta entrega y tanto compromiso no ha sido en vano, en la incorporación cada vez más masiva y generalizada de nuevos contingentes del pueblo a la lucha revolucionaria.
Hoy a 45 años de aquella fundación, vivimos una nueva época histórica, signada por la irrupción de un nuevo proletariado, por la profundización de la lucha de la clase obrera y el pueblo, por el despertar de la conciencia revolucionaria que provocó la acción independiente y la lucha autoconvocada.
Es muy profunda la crisis política de la burguesía y su gobierno de turno como de las instituciones del Estado al servicio de los monopolios. Miles de trabajadores y gente del pueblo pelean diariamente por mejores condiciones de vida, las masas saben perfectamente que no quieren nada de lo que la burguesía les propone y que no puede esconder tras sus engaños.
No hay cobijo bajo la misma bandera argentina para los explotadores, entregadores, asesinos y ladrones de toda la riqueza que producimos con nuestro trabajo. No puede mezclarse con el pueblo esa lacra de la sociedad que constituye la burguesía y la llamada “dirigencia política” a su servicio con toda la murga de sirvientes a sus órdenes a cambio de las migajas que les tiran mientras tragan su banquete.
Con ellos no hay unidad posible, sólo enfrentamiento hasta lograr su derrota definitiva y desaparición. Nuestro destino como nación sólo es posible transitando, en la lucha y la movilización, el proyecto político de los trabajadores y el pueblo.
Las grandes mayorías populares están hartas de tanta mentira y explotación, las nuevas vanguardias obrera y populares están a la búsqueda de una salida y nuestro Partido se yergue como opción revolucionaria dispuesta a la lucha por el poder y la construcción de la revolución socialista.