En el Programa de luchas para la construcción de la unidad popular hacia la conquista del poder político, presentado recientemente por nuestro Partido, el primer punto planteado es la Plena ocupación.
Hablar de pleno empleo en la argentina actual, dominada por el poder monopolista, podría parecer ser cosa de un futuro imperfecto, algo así como esperar que llegue el tricentenario.
Podría pensarse que es una propuesta totalmente utópica, salida de una mente soñadora; sin embargo, conquistar la plena ocupación es algo que está al alcance de la mano, y si los gobiernos de turno no lo han resuelto es por su absoluta subordinación a los dictados de la burguesía monopolista.
El gobierno actual se llena la boca agitando contra la dictadura del 76 y contra el menemismo, pero respeta a rajatabla el orden que en ambos periodos se impuso, y demuestra así ser un continuador enmascarado de aquellas políticas.
El ámbito laboral sigue regulado por la ley 20744, que fue sancionada en 1974, pero tras el golpe de 1976 fue «reglamentada» por el decreto 390/76, una modificación de facto que aún hoy continúa sin que se alcen las voces reparadoras del progresismo argentino. Parece que para éstos, es más importante la ley de medios que la ley de contrato de trabajo. Es lógico, ya que en su mayoría no trabajan en relación de dependencia, y los que lo hacen están laburando para el gobierno, en algún ministerio o como asesores de diputados, o en otras oportunidades laborales que tanto abundan para esta calaña.
La ley de contrato de trabajo fue modificada en varios artículos durante estos años, pero la más trascendental fue la ley 24465, sancionada el 28 de marzo de 1995 (¿habrá sido como homenaje al aniversario del golpe del 24?) más conocida como ley de flexibilización laboral.
Estas dos leyes son las que permitieron que los trabajadores pierdan derechos históricos, y como vemos, de esta historia nadie se hace cargo.
Reformar y derogar estas dos leyes pondría un marco legal mucho más auspicioso para una política de pleno empleo, que si bien no lo resolvería, porque los trabajadores tenemos total conciencia que las conquistas no se logran en los papeles sino en la lucha, ayudaría a dar la pelea en un contexto más favorable.
Por ejemplo, volver a recuperar los convenios de insalubridad, que limita la jornada de trabajo y los años de aporte para jubilarse también sería una reparación de los derechos conculcados. Es cierto que esto solo no alcanza para resolver la cuestión de fondo, pero todo lo que abra un camino de dignidad y justicia es un paso adelante.
El respeto de los convenios laborales y su aplicación, en particular sobre la jornada laboral, ritmos de producción y dotación de personal, son medidas que también tendrían impacto inmediato en el objetivo planteado.
El combate real a la informalidad laboral, con castigos reales a la contratación en negro, sería otra medida que va en la misma dirección. El trabajo en negro es una violación de los derechos humanos, que rara vez recibe la atención publica. ¿Por qué será?
Otra medida es darle estabilidad laboral a la serie de formas de empleo precario que vienen utilizándose. Los micro emprendimientos, las cooperativas, los programas como argentina trabaja son un fraude laboral, que favorece la corrupción, el manoseo, el clientelismo y que, al revés de lo que propagandizan, no recupera la dignidad; sino profundiza la indignidad al depender de favores y amiguismos tanto para entrar como para salir de estos engendros.
La regularización del trabajo es fundamental para el trabajador, ya que permite planificar la vida familiar a largo plazo. Estos pseudo trabajos no sólo no atienden este aspecto, sino agudizan el sentirse preso de la voluntad ajena.
Por último, queremos referirnos a un tema que no esta directamente ligado con el pleno empleo, pero que define a quien le doy y a quien le saco.
La carga impositiva que deben soportan los trabajadores argentinos es una de las más regresivas del mundo. Pagamos el 21% del IVA de todos los artículos de la canasta familiar, de todos los servicios públicos esenciales, mientras los monopolios reciben toda clase de beneficios, exenciones impositivas, reintegros y una serie de mecanismos para que la plata del pueblo termine en sus manos.
Pero como si esto no alcanzara, se nos extrae aportes a las ganancias, como si fuéramos inversores adinerados… Esto, que ya de por si es absurdo, no tienen ningún correlato, ni en salud, educación o calidad de vida. Es un robo a mano armada.
Y la frutilla del postre es el uso que el gobierno hace de los fondos del ANSES, sin ninguna clase consulta a los aportantes, los trabajadores, ni con los beneficiarios, los jubilados.
El pleno empleo es posible, pero para eso hay que enfrentar al poder monopolista y hacerlos retroceder en sus privilegios; sólo la lucha masiva y unitaria permitirá que triunfemos.
Esta lucha permite transitar la experiencia de la unidad, la organización y la conquista de mejores condiciones, para avanzar en el camino de la toma del poder.
Sólo la autoconvocatoria de todo el pueblo, desarrollando la democracia directa, será capaz de resolver las cuestiones básicas para una vida digna, como el pleno empleo.
La lucha y la movilización permanentes contra la oligarquía financiera y todos sus representantes en las actuales instituciones del Estado, serán la única garantía de que la clase obrera y el pueblo argentino podamos disfrutar de todo lo que generamos con nuestro trabajo y de los excepcionales recursos que nuestro país dispone.