La lucha y el enfrentamiento obrero y popular se acrecientan constantemente, en todos los puntos del país. El proceso se extiende y se desarrolla, aun en la invisibilidad que imponen los medios oficiales y no oficiales; la realidad se impone por sobre las pretensiones y el silencio de la burguesía: el pueblo lucha y seguirá luchando, sin esperar que nadie le resuelva sus padecimientos.
La masividad y la contundencia de la lucha terminan mostrando, cada vez más claramente, la debilidad política de la burguesía monopolista y su gobierno, lo que pone blanco sobre negro, también, los problemas que el movimiento de masas va encontrando en este camino de avances.
Lo que se multiplica en la lucha es necesario hacerlo sumar en un torrente claro de acumulación y organización políticas, que nos brinden una perspectiva de avances, que desemboque en una nueva etapa del enfrentamiento y que plasme la alternativa revolucionaria. La autoconvocatoria lograda y conquistada como herramienta organizativa para la lucha cotidiana, es el principal eslabón del que debemos tirar. Desde allí, se comienza a sentir la imperiosa necesidad de unir esas luchas; darles un claro contenido de enfrentamiento político, independientemente de por qué razón se inicien.
Este camino es posible comenzar a transitarlo planteándonos, desde un principio, que no estamos solos en el enfrentamiento; que hay decenas de miles de compatriotas en igualdad de condiciones, luchando y buscando un norte en el que toda esa experiencia desemboque para pasar a nuevos desafíos.
Por ello, la experiencia que debemos empezar a desarrollar tiene que apuntar a la unidad con nuestros pares allí en donde estemos. Que si encaramos una lucha por aumento salarial, por condiciones de trabajo, o por la reivindicación que sea, lo hagamos desde un plano de unidad efectiva en la acción con otros trabajadores y demás capas de la población.
En los mil y un reclamos que ya se están desarrollando, se encuentra la base necesaria y real para romper definitivamente el aislamiento al que la burguesía monopolista nos quiere condenar, para que no avancemos sobre ellos.
Es necesario que ubiquemos esta necesidad en un primer plano; lo que se trata es de iniciar el camino de la unidad política, con el convencimiento de tener a favor la voluntad y la aspiración de miles y miles de luchadores.