Con bombos y platillos, y como parte de una supuesta preocupación acerca de la situación de los más necesitados, el gobierno nacional se promueve como un auténtico defensor de la dignidad de los jubilados.
Según sus proclamas, no hay dudas que se trata de una política de Estado reparadora para un sector de la sociedad que vivió en el olvido y el abandono.
Pero si uno se aleja de tanto auto-bombo y se acerca a los jubilados para escucharlos, veremos que pronto descubriremos la mentira oficial.
El tan famoso aumento del que nos hablan los propagandistas, es puro verso. De los dos ajustes anuales, de 50 pesos, podemos decir que son demolidos por la permanente suba de precios, que son detonados por la inhalación, y que esa suma es totalmente irrisoria.
Pero el colmo, es que ya es una práctica que reciban el aumento un mes y que al siguiente ya no les aparezca, sin ninguna clase de explicación. En realidad, cuando dicen que les dan el segundo aumento, en realidad les están repagando el primero.
Obvio, en el más absoluto de los silencios, se aprovechan de lo marginados que están.
Pasemos a la jubilación mínima, menos de 1000 pesos, con una canasta familiar de más de 4000 pesos ciertos. Claro que nos dirán que los jubilados, en teoría, no tienen carga familiar, cuando en realidad es común y corriente que los pobres terminen ayudando a hijos y nietos desocupados: «fomento de la familia».
El tema medicamentos y atención sanitaria nos exime de comentarios: son contados con la mano aquellos que lo reciben gratis, porque en su gran mayoría están arancelados, y …¿la justicia social?. El PAMI está cada vez más deteriorado, como parte del estado de toda la salud pública, y los ancianos terminan haciendo esfuerzos insoportables para recibir una atención miserable.
Así podríamos reseñar un sin fin de situaciones, como el tema del beneficio de los descuentos en el transporte, con horarios tan restringidos que es casi imposible utilizarlos.
Pero tanta desdicha se da en un marco donde el gobierno nacionalizó los aportes jubilatorios de los trabajadores en actividad. ¿A dónde van a parar esos fondos? ¿A reparar la situación de los que aportaron toda su vida? Error. ¿A promover una vida digna para el pueblo? Error. Esos fondos son apropiados por los monopolios a través de subsidios, exenciones impositivas y otros mecanismos perversos.
El gobierno, campweon en subestimar al pueblo, hace uso indiscriminado de esa plata; precisamente lo que siempre fue repudiado por las masas populares, transformar a los aportes de todo el pueblo trabajador en su botín de guerra.
Queda para lo último, el asunto de la edad para jubilarse. En los años 90 se llevó a 60 en lugar de los 55 años para las mujeres y a 65 en lugar de 60 años para los hombres. Este gobierno, que hace tanta alharaca anti-menemista ¿se olvidó de esta modificación? ¿Por qué será?
En el XIV° Congreso de nuestro Partido, planteamos como serán tratados los jubilados en la futura sociedad socialista. Remitimos a nuestros lectores a esas páginas, para poder comprobar qué distancia hay entre un sistema y otro.