La burguesía monopolista y su gobierno no pierden un segundo en ver cómo pueden seguir chupándole la sangre al pueblo trabajador y asumen como un solo hombre una posición de clase. Lo que buscan permanentemente es achatar los salarios y, cuando les arrancamos aumentos, nos machacan con la inflación para tratar de recuperar esa plata con la suba de los precios.
Qué forma particular tienen los economistas de la burguesía a la hora de justificar lo injustificable. Sobre todo cuando sostienen que “las mayores amenazas de aumentos para los próximos meses provienen de sectores e industrias con una alta incidencia del empleo en su estructura de costos”.
Según ellos, los alimentos y los servicios privados son sectores muy sensibles a cualquier aumento en los salarios; y advierten que las negociaciones salariales se convirtieron en un punto clave para analizar la evolución de la inflación… «Las paritarias tienen un impacto directo en los precios de varios servicios», dicen… que argumento viejo y remanido ¿no?
Ahora se viene lo que diferentes medios burgueses denominan “la segunda ola de aumentos de precios” (como si en algún momento hubieran parado); y así están llegando a todos los argentinos incrementos de precios en los productos básicos. El año había comenzado con fuertísimas subas, encabezadas primero por la carne y que después se extendieron al resto de los alimentos y servicios. Y a pesar de las estadísticas, que hablaron de una desaceleración, no hubo tregua para la real economía de nuestros hogares.
A lo largo del mes de junio, más de 50 empresas líderes (léase monopolios) de alimentos, bebidas, artículos de limpieza y tocador, recibieron el visto bueno de la Secretaría de Comercio Interior para modificar hacia arriba sus listas de precios, con subas que van entre el 10 y el 15%, de acuerdo con la particular clasificación entre productos «masivos», «selectivos» y «premium» que hace el secretario del área y alfil monopolista, Guillermo Moreno.
A esto se suman en las últimas dos semanas, nuevos aumentos que empezaron a llegar en servicios privados, como prepagas, colegios, garajes y expensas, rubros que ya habían aumentado considerablemente en lo que va de 2010.
Mientras tanto, el gobierno sigue muy ocupado en ver si le conviene o no organizar un acto para recibir a los jugadores de la selección eliminada en Sudáfrica, casi en un mismo nivel de testear si aumentaron o no las carteras de Luis Vuitton o los trajecitos de Armani…
No es de extrañarse entonces cuando leemos que: “En casi todos los países consultados, excepto en la Argentina, la gente cree que el bienestar general depende de la gestión gubernamental… En la Argentina, de estar produciéndose un cambio, se piensa que será obra de la gente, no de sus representantes ni de sus políticos”.
Estos datos tan expresivos en política si los hay, surgen de una reciente encuesta realizada en Latinoamerica y en Europa, dada a conocer días atrás por el diario La Nación.
La lectura de los opinólogos burgueses tiene que ver con lo mucho o lo poco que nos queremos y de que vemos nuestra suerte independiente de la suerte del país…; para nosotros justamente, estas conclusiones son un indicio colectivo de lo mucho que valoramos nuestra experiencia como pueblo a la hora de hablar del presente y del futuro de nuestro país.
Cambiar este orden de cosas está en nuestras manos, y de eso se trata cualquier desafío que nos planteamos de acá en adelante como trabajadores y como pueblo.
Frenar toda injusticia que padecemos, está directamente relacionado con la consolidación de un proyecto revolucionario para nuestro país, en el que los hombres y mujeres de a pie, seamos los verdaderos protagonistas.