“Ella trabajaba en la granja, se intoxicó y murió a los 9 días de internada”. Con dolor y bronca relataba el Sr. Asís el trágico final de su esposa trabajadora de una de las granjas de la firma Nuestra Huella SA. Esta empresa poseedora de varios campos en el distrito Pilar se dedica a la explotación avícola pero digamos que los pollos no son los que peor la pasan. La firma cuenta con una reputación bien ganada de ser un emporio de explotación en la línea más cruda del capitalismo. Muchas son las denuncias de extrabajadores que corrieron el velo que impedía saberse la verdad: que la empresa utiliza niños para tareas de limpieza, que utiliza agrotóxicos y expone a sus trabajadores a los mismos. Se cuentan muchos casos de intoxicaciones, algunos fatales como el mencionado más arriba, casos de abortos espontáneos, e incluso algunos ex empleados han llegado a revelar que fueron “medicados” con anfetaminas en forma compulsiva por los caseros de las granjas a fin de que continuaran trabajando y no asistieran al médico y, para impedir que salieran “se conectaban los cercos perimetrales a 220V”.
A fin de mantener al tope sus ganancias estos explotadores contratan con preferencia a familias extranjeras, generalmente indocumentadas, y hacinándolas en casas sin puertas ni ventanas, hacen trabajar a toda la familia. Es por eso que, cuanto más numeroso el grupo familiar, mejor pues por un sueldo al jefe de familia se tiene el trabajo de todos sus miembros, hasta de lo más chiquitos que inhumanamente son obligados a limpiar la mierda de los pollos sin botas, guantes y obligados a fumarse los venenos fabricados por grandes corporaciones como Monsanto, Bayer y otros.
Varias denuncias fueron hechas ante el Ministerio de Trabajo sin ninguna respuesta. Sólo sirvió para que varios referentes de los trabajadores de la empresa fueran despedidos. La única intervención de la Justicia consistió en un allanamiento en el que se hizo la vista gorda de ciertas “desviaciones” y se concluyó en que no había “elementos suficientes” ni se podía determinar quiénes eran los responsables aunque los dueños de Nuestra Huella SA tengan nombre y apellido registrado y sean destacados miembros del empresariado local.
Estas escenas parecerían de un documental de una perdida sabana del África en un remoto pasado histórico, pero ocurren en Pilar hoy mismo, a escasos 70 km del centro del poder político nacional, y demuestran que este gobierno poco puede jactarse de defender los derechos humanos cuando criaturas son sometidas a un régimen de explotación ¡digno de un campo de extermino nazi!
Nada puede esperarse del gobierno de los monopolios, la salida sólo está en nuestras manos.
Video: Niños esclavos en Nuestra Huella S.A