El poder de los monopolios se asienta en el control absoluto del Estado y toda su institucionalidad.
Para enfrentar ese poder, el pueblo debe consolidar su propio poder. Éste, naturalmente, nace de su lucha, de su propia acción, pero esto no es suficiente.
Encarar a fondo las cuestiones de la organización, a partir de la experiencia del movimiento de masas, para proyectar una estrategia de poder popular, es la premisa fundamental del momento.
El capitalismo monopolista de Estado, la subordinación del aparato estatal a los designios y necesidades de los monopolios, fue instaurado en Argentina en la segunda mitad del siglo XX. Los sucesivos gobiernos no sólo no han cambiado esta matriz sino que la han profundizado.
Es a partir de esta realidad que toda la institucionalidad del Estado y del orden burgués terminan siendo un camino sin salida para las aspiraciones populares.
Frente a esto el pueblo ha encontrado en la acción autoconvocada el remedio para poder continuar su lucha por la dignidad y la justicia. En suma, una forma embrionaria independiente de organización fuera de la tutela de la burguesía monopolista.
La autoconvocatoria de masas es el cimiento del poder del pueblo, es imposible pensar en una estrategia de poder desconociendo este aprendizaje, esta acumulación de experiencia, pero confiar que sólo con su desarrollo alcanzaremos la victoria sería un suicidio.
La construcción del poder del pueblo requiere una mirada más abarcativa, más profunda, que planifique cada paso con precisión, descubriendo cuál es el próximo desafío.
La organización revolucionaria es una necesidad para pasar a otra etapa del enfrentamiento, y sobre esta cuestión ponemos a debate nuestro punto de vista.
¿Cómo se construye esta organización? Si decimos que el cimiento es la autoconvocatoria, es lógico que no será de arriba hacia abajo, desde una superestructura hacia las masas.
Una estrategia de poder nacional precisa el desarrollo del poder local y el poder local requiere de una visión nacional para desarrollarse. El protagonismo activo de las masas populares.
Las organizaciones independientes de los trabajadores y el pueblo son las responsables de su construcción, las que le darán toda su creatividad, sus características específicas. No serán iguales las organizaciones independientes en una localidad del gran Buenos Aires que en las zonas rurales del país. No serán semejantes las organizaciones que se desarrollen a partir de la comunidad educativa de una escuela que en una fábrica, ni serán parecidas las que se organicen en una zona con rica historia de lucha que donde se están dando los primeros pasos en la acción de masas.
Pero todas ellas llevarán la marca de la experiencia que está transitando el movimiento de masas, esa corriente que surca al pueblo de punta a punta, y cada avance en su materialización aporta al desarrollo en su conjunto.
Es aquí en donde queremos pararnos: cómo cada acción local, por más pequeña o insignificante que parezca, confluye y arrima a la fortaleza de la lucha popular a escala nacional.
Si acentuamos este punto de vista en las luchas estaremos dando respuesta no sólo a la consolidación del poder local con una proyección nacional, al arraigo de las organizaciones independientes de masas, sino que, además, las proyectamos en el plano nacional de la lucha hacia cada una de las realidades locales.
La autoconvocatoria revolucionaria implica un protagonismo masivo del pueblo en todas las tareas y cuestiones estratégicas. Por este camino, el pueblo irá formando a los dirigentes de la revolución, desde la confianza y el compromiso. Las masas populares deben conocer y participar desde lo local hacia lo nacional y desde lo nacional hacia la construcción del poder local. Deben intervenir y decidir en todo los planos.