Recientes accidentes de tránsito relacionados con el transporte colectivo fueron el blanco de atención estos últimos días. Trágicamente, nos encontramos con pérdidas irreparables y lo que diariamente las noticias nos muestran como sucesos cotidianos, con títulos como “El accidente nuestro de todos los días” u “Otra vez la imprudencia en el tránsito”, son superadas por una realidad sangrienta e inhumana relacionada a una desmedida locura a la que nos empuja la superexplotación capitalista.
Proponemos en recientes documentos del Partido la dignificación del transporte; eso habla de las condiciones en las que se encuentra hoy, que son verdaderamente indignas, donde reina la anarquía, la falta de regulación, la falta de planificación territorial de la actividad industrial, por lo que vemos todos los días conglomerados humanos dirigiéndose hacia la misma dirección, tratando de cumplir con la puntualidad de un horario.
Literalmente, VALE TODO a la hora de llegar… Si, hasta la muerte; este es el ingrediente al que el sistema hace caso omiso y le rinde tributo con las noticias del día, con analistas de todo tipo y con palabras de todo tipo que no dicen nada, absolutamente nada.
Dicen las noticias: negligencia a la hora de conducir de los choferes de colectivo. No dicen que hoy los choferes tienen cursos de preparación, antes de adquirir el registro, pero cuando esos conductores se incorporan a esta actividad las empresas tienen un ritmo comercial en tiempo y un parque automotor insuficiente, al que adaptan una frecuencia horaria y que, de modo extorsivo, le hacen cumplir al personal; de manera tal que lo que invirtió el Estado en la preparación profesional de los choferes, las empresas lo desvirtúan y lo pudren.
Todo esto para lograr la máxima ganancia en el menor tiempo posible, llevando los ritmos de trabajo de los conductores a ritmos insoportables. Pero eso sí, cuando ocurre algún accidente, cual Poncio Pilatos, se lavan las manos y son ellos mismos los encargados de reconocer que esas cosas no deben pasar ya que los conductores son profesionales, deslindándose de su responsabilidad en el asunto.
Dicen las noticias: asesinos al volante; de esta manera vemos cómo un trabajador, es juzgado como el único causante de un accidente fatal (que lo marcará para toda la vida) como si fuera que estaba robando o secuestrando o que, más o menos, montó la unidad ese día para matar a alguien deliberadamente. Y ya es sentenciado ante toda la sociedad por improvisados jueces puestos delante de una cámara de TV. Pero lo que no dicen los medios es que se pueden reducir drásticamente los índices de accidentes simplemente haciendo que los trabajadores no tengan la presión y el hostigamiento empresarial para cumplir con esos horarios comerciales, que son imposibles de lograr sin violar todas las normas y reglamentaciones, poniendo de esta manera en riesgo real la vida humana.
Muchas palabras para no decir nada; juzguemos a todo el mundo menos al sistema.
No juzguemos a la moral empresaria que no hace más que enriquecerse con los subsidios del Estado, con la complicidad del sindicato para fijar sueldos de miseria -como si hiciera falta un elemento más para contribuir a la carga psicológica de un colectivero-, sumada a la persecución laboral, profesional, etc.- Esta es la verdadera situación del transporte colectivo de pasajeros y, mientras esto no sea lo que se discuta, deberemos seguir lamentando tragedias evitables, como tantas otras que provoca el capitalismo todos los días.