La burguesía tiene un plan de producción descomunal para la industria automotriz, con más de 500.000 unidades ya vendidas en lo que va del presente año. Para ello necesitan achatar el salario y disponer del obrero prácticamente las 24 horas del día, sin importar la vida, sin importar las familias, el agotamiento físico….. Para ellos valemos menos que un tornillo.
Las luchas cotidianas, por las conquistas “chiquitas” de todos los días es algo que en la clase obrera ya está instalado. Seguir profundizando esas experiencias, darle diferentes tintes en las formas de llevarlas adelante, es parte de la experiencia que venimos haciendo. La reciente lucha por el 25% ganado en las terminales automotrices marcó un nivel de bronca muy grande y más allá que no se ha llegado a un conflicto cara a cara, la disposición a la lucha que hay por abajo los está carcomiendo. Dispuestos a no parar la producción ni un minuto y a no pagar el costo político, han cedido en forma instantánea.
Esta realidad la vivimos, es así, ya la podemos tocar con las manos. Seguir por el cerco en el que venimos caminando está bien…. pero no alcanza.
El nuevo desafío que nos toca asumir es el de la unidad concreta. Unidad en la lucha. Ya no entre los distintos sectores de una misma fábrica, sino construir los lazos entre obreros de otros lados, que sufren los mismos problemas que nosotros y que también están peleando todos los días. Ese es el desafío para la vanguardia y hay que asumirlo. Hacer la experiencia, no temer a equivocaciones, que en un momento de auge como este solo sirven para acumular en el camino de la unidad.
La lucha por la jornada de 8 horas de lunes a viernes con un salario que nos permita llevar adelante una mejor vida, la eliminación del impuesto a las ganancias (¡¡¡el salario no es ganancia!!!) son puntos que a todos nos tocan, que todos queremos luchar por conseguirlos, es nuestra responsabilidad llevarlos adelante y no dejarlos pasar.
El río parece estar tranquilo, pero las aguas por abajo están revueltas. Es el momento ideal para concretar formas prácticas de unidad e ir construyendo organización para golpear la próxima vez como un solo puño.