Más allá de los manejos que realiza el gremio para quedarse con una mejor parte de la torta, de los acuerdos que por arriba Moyano realiza con el gobierno, y de la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio que rige por quince días hábiles, el bloqueo de los camioneros a cinco plantas de la empresa Siderar (del grupo Techint), dejó al desnudo tres cuestiones muy importantes:
1.- Que el gobierno intervino rápidamente decretando la conciliación obligatoria cuando los monopolios dijeron que no tenían más materias primas y que al día siguiente se pararía la producción.
2.- La situación de los trabajadores, de la cual los transportistas son involucrados directos.
3.- Los tremendos planes de producción que tiene la burguesía y el tema de los insumos.
Además, quedó al desnudo cómo se manejan las corporaciones multinacionales en cuanto a las condiciones de trabajo y la explotación. En este caso, obligan a los choferes realizar tareas que no les corresponden (como a la gran mayoría de los trabajadores de planta), son incorporados con contratos basura y de ser blanqueados ni hablar; un 80 % de los trabajadores que contratan es de manera irregular y siguen diciendo que “Siderar no es responsable” sino “las empresas que los contratan”, como si ellos no tuvieran nada que ver cuando, incluso, se sabe a voces que ellos mismos son dueños de varias tercerizadas…
Martín Berardi, director general de Ternium-Siderar, hasta llegó a declarar que “ninguna empresa de siderurgia tiene logística propia, contrata a empresas especializadas que le dan servicios a Siderar, Acindar, Loma Negra, Aceros Bragado, etc», buscando con ello lavarse las manos, como si ese trabajo NO fuera parte indispensable de sus planes de producción multimillonarios.
Ahí aparece el otro tema que vuelve a confirmarse con todo este asunto y que señalamos al principio: la producción y los negocios ya comprometidos.
No sólo los del acero propiamente dicho sino que la falta de esta materia prima pegó fuerte en varios otros sectores industriales: las automotrices principalmente, que amenazaron con parar las líneas, pero también las autopartistas, fabricantes de envases, empresas de línea blanca y otros electrodomésticos y metalúrgicas.
Todos los CEO y las Cámaras de estos sectores salieron como locos a presionar para que se resuelva de una vez el conflicto en las acerías, lo que se vio reflejado en las decenas de comunicados y solicitadas que emitieron.
La UIA (Unión Industrial Argentina) no se quedó atrás, señalando que «El conflicto vigente afecta los derechos constitucionales al trabajo y a la circulación de bienes y servicios, es una medida ilegal, ilegítima e inconducente».
Y claro, su preocupación fundamental era que se produzca lo que ellos llaman “un retroceso de la actividad productiva en su conjunto», que es lo mismo que decir que hay que solucionar el problema para seguir llevándosela con pala a costa de nuestro trabajo y los recursos del país, sobre todo cuando está bien presente que entre enero y julio la industria en general había crecido casi el 15% según datos de la propia burguesía.
No debemos olvidar tampoco que la industria automotriz creció en los primeros siete meses del año casi un 50%, y que el objetivo de las terminales multinacionales es llegar este año al récord de 700.000 unidades fabricadas en el país. Por eso se desesperaron y se comían todo el acero que estaba dando vuelta por ahí…
En esta época del año, Siderar despacha un promedio de 8.000 toneladas de acero por día, entre chapa laminada en caliente y chapa laminada en frío o revestida.
Ahí está la verdad de la milanesa, todas las ganancias que a su vez están atadas a ese acero.
Por eso mueve a gracia cuando este gobierno y su presunto progresismo pretenden convencernos de su lucha por la dignidad y los derechos del pueblo, o de la redistribución de la riqueza; cuando durante todos estos años no han tomado ni una sola medida para cambiar este orden de cosas, por el contrario, cada uno de sus actos no hace más que profundizarlo y postergar aún más las necesidades de la clase trabajadora.