El conflicto de Paraná Metal resume en sí mismo, el eje de la política de la burguesía monopolista y el de la lucha del proletariado y los trabajadores en general.
Dicha empresa cuyos negocios están sujetos al de la floreciente industria automotriz es regenteada por un amigo personal del matrimonio oligarca a cargo de la presidencia del gobierno nacional. Su nombre es Cristóbal López y aparece también como dueño de una importante cadena de casinos entre los cuales se cuenta el de Rosario, de reciente inauguración.
Algunos comentarios señalan a López como prestanombre de los Kirchner.
Este personaje que es el que lleva la voz cantante de P.M., pretende que la empresa autopartista reanude su producción con 300 trabajadores. Es decir, pretende dejar afuera a 600. Pero, ojo, que esto no significa que la producción se recorte o que no existan mercados para los productos que allí se fabrican.
Las pretensiones de esa empresa, parte de los grupos monopolistas que dirigen los destinos del Estado argentino, es que 300 trabajadores produzcan lo mismo que antes hacían 900.
Precisamente éste es el eje de la contienda entre la oligarquía financiera dueña de los monopolios que rigen los destinos del Estado en nuestro país y la clase obrera y trabajadores en general de todas las actividades industriales, en el sentido amplio de su significado.
Aunque el conflicto de P.M. aparezca en la superficie como una lucha de los obreros de esa fábrica por la defensa de sus puestos de trabajo, en lo profundo, se trata de la punta de lanza de una puja por la superexplotación a la que pretenden someternos los monopolios a la totalidad de los trabajadores del país.
La reducción relativa del número de trabajadores frente a las exigencias de una producción floreciente, tiene muchas expresiones. Entre ellas, pueden citarse como ejemplo lo que ocurre en P.M. como ser la reducción de personal para realizar una misma cantidad de producción, u otros múltiples ejemplos tales como la prolongación de la jornada laboral, la intensificación de los ritmos de producción, los turnos rotativos, los turnos nocturnos, el cuarto turno, etc.
Lo que pasa en P.M. no es más que una expresión de lo que ocurre en la totalidad de las fábricas, empresas y centros de trabajo de todo el país.
Por eso la participación activa de los obreros de Acindar, Tenaris, la múltiple cantidad de talleres metalúrgicos de Villa Constitución, y los trabajadores de las distintas ramas y pueblo en general, no es meramente solidaria sino que es motivo de una sola lucha, pues de alguna u otra forma cada trabajador está sufriendo en su propio cuero una de las variantes de la fórmula que los monopolios pretenden aplicar a lo largo y ancho de todo el país: el máximo de producción con el mínimo de personal percibiendo sueldos diminutos.
En todas las fábricas y centros de trabajo en general hace falta personal. El crecimiento de la producción y la demanda de servicios generan una demanda creciente de mano de obra que los monopolios “resuelven” con la superexplotación del mismo plantel de trabajadores.
Podemos mencionar como ejemplos de esta puja, lo ocurrido con los petroleros en Neuquén, en donde recortaron personal al tiempo que las petroleras incrementan la producción en todas las fases de esa industria; los médicos de la ciudad de Rosario están de paro reclamando el aumento de la planta de personal ya que la existente no da abasto a las necesidades de la población obligándolos a realizar guardias interminables con el consiguiente peligro propio y de los pacientes; y así podríamos nombrar cientos y miles de casos en los que la fórmula se repite: mínimo personal, máxima producción, diminutos salarios.
No obstante, la importancia que tiene lo que sucede en P.M. no está dada solamente por las razones expuestas en donde se resume el punto central del enfrentamiento entre las dos clases fundamentales de nuestro país, o porque están en movimiento un número importante de trabajadores, sino además, porque las decisiones de la lucha fueron tomadas en asambleas masivas y porque la clase obrera de Villa Constitución repite lo que históricamente la puso en la cresta de la lucha de clases en la década de los años ’70, su carácter dirigente y aglutinador de la totalidad de la población.
Clase capaz de lograr con su lucha la unidad de todo un pueblo con igual interés común unidad que sólo aparece claramente cuando la clase históricamente llamada a ser la vanguardia del proceso histórico, se pone efectivamente al frente de la lucha resumiendo las aspiraciones de todos los sectores oprimidos.
Por asamblea, los trabajadores de P.M. decidieron cortar a partir de mañana la autopista Rosario-Buenos Aires por tiempo indeterminado hasta que aparezca una posible salida al conflicto.
Del papel que juegue la vanguardia revolucionaria en el rumbo que el conflicto tome como parte de la lucha de clases nacional de la clase obrera y el pueblo contra la política de la oligarquía financiera, y en el impulso y la construcción de la unidad efectiva entre la clase y los sectores populares, dependerá la calidad de las futuras luchas que se avecinan en nuestro país.