Al cansancio producido por las agotadoras jornadas de trabajo, por los ritmos de producción llevados adelante por la ambición de la burguesía de generar más y más ganancia hay que sumarle el accionar cotidiano de los Sindicatos.
Al oportunismo y populismo hay que agregarle la agresión y patoterismo. Para conseguir soluciones a las cosas superficiales están los directivos al pie del cañón pero para las grandes decisiones la gente no cuenta, entonces arreglan todo por arriba. Aumentos salariales, arreglos por la duración de las jornadas de trabajo, etc. son cosas que hasta ahora si bien como trabajadores no tomamos ninguna decisión efectiva, los hemos condicionado por el grado de movilización y estado deliberativo existente al que se ha llegado. Pero no es ya suficiente.
Hacerle frente a este problema concreto que existe hoy con unidad es posible.
La autoconvocatoria no tiene límites, la creatividad en cada una de las fábricas a la hora de movilizarnos y organizarnos es fundamental. Masivamente y con la lucha concreta como herramienta, tenemos que ir consolidando diferentes organizaciones que, con la democracia directa como principio, empiecen a tener más peso real, no sólo en el pueblo sino también en el condicionamiento a las decisiones de la burguesía.
Levantar la mirada y plantearnos como trabajadores la unidad en el propio establecimiento, con otras fábricas, con hospitales, escuelas, barrios donde los problemas tienen la misma esencia y muchas veces son los mismos, es otro de los desafíos de este momento.
Se abre una etapa en la que tenemos que experimentar como pueblo nuevas formas de lucha y de organización. El viento corre a nuestro favor, ellos están a la defensiva porque necesitan producir y por el otro lado se encuentran con un pueblo decidido a nuevas conquistas. Vamos por lo nuestro, por 8hs de trabajo, por aumento de salarios… POR UNA VIDA DIGNA.