Un importante paro –sorpresivo- de colectiveros en el área metropolitana de Buenos Aires afectó principalmente en la Capital Federal y el conurbano. La medida de fuerza fue por un nuevo crimen padecido en la madrugada del martes, por un trabajador del transporte en la localidad de Lanús. Al paro se sumó un corte en las avenidas General Paz y Maipú después de las 11 de la mañana.
La dignificación del transporte es una necesidad urgente que habla no sólo de las condiciones indignas en las que se encuentra hoy y que viajamos los pasajeros -donde reina la anarquía, la falta de regulación, la falta de planificación, etc.- sino también de las pésimas condiciones de trabajo –jornadas extensísimas, presiones con horarios imposibles de cumplir, salarios achatados, etc.- y de la falta de condiciones de seguridad mínimas para que los choferes realicen su trabajo.
Frente a ello, el gobierno bonaerense propone instalar botones antipánico conectados con el sistema de alarma de la policía bonaerense, en los colectivos que circulan en horario nocturno.
Ahora bien: ¿por qué no se les ha exigido hasta ahora a las empresas que cumplan con las medidas de seguridad para los choferes de las que tanto se habla? ¿Cuántos trabajadores más tienen que dejar su vida arriba de un colectivo para que hagan algo?
Las respuestas son sencillas: cuando todo un andamiaje está al servicio de los intereses de las empresas, con subsidios millonarios inclusive- todas las soluciones que se caen de maduro desde el sentido común más elemental parecen de otro planeta cuando la burguesía –como no le queda otra- debe incluirlas en sus planes. Su cabeza está en otro lado…
Tan así es la cosa que el sistema de aviso y alarma que descubre el gobierno frente a este nuevo hecho, cuesta apenas 600 pesos, y puede ser móvil, es decir que se pueden utilizar en diferentes unidades. Ahora dicen que se van a instalar cerca de 1500 dispositivos, pero el costo no lo va a pagar las empresas sino, el Estado…
Una vez más, la moral empresaria no sólo se desentiende de la vida de los trabajadores (a quienes exprime hasta la última gota de sudor), sino que continúa enriqueciéndose con los subsidios que recibe del Estado. Todo esto con la complicidad del sindicato cuando se sienta a negociar fijando sueldos de miseria, sumado a la persecución laboral que conjuntamente hacen a los choferes.
La verdadera situación del transporte colectivo de pasajeros es un problema del pueblo y desde allí debemos encarar los reclamos; porque mientras las decisiones continúen en manos de las empresas, el gobierno y los sindicatos, seguiremos lamentando muertes evitables, como tantas otras que provoca el capitalismo todos los días.