Alentados por el triunfo de Paraná Metal, el proletariado y todo el pueblo de Villa Constitución ha producido como un derrame de un petrolero en el medio de una tormenta y la conflictividad de los obreros recorre las fábricas, los cordones y parques industriales.
Entre los sin fin de reclamos, los más destacados son por aumentos de salarios frente a la galopante inflación, rechazo a los turnos rotativos y arbitrarios, negación a realizar horas extras en función de la vida misma, comida comible, y hasta reapertura de las paritarias para este año y hasta el rechazo masivo al intento de movilización forzada para el acto de Moyano.
El acelerado y creciente estado deliberativo y disposición a la lucha y a la organización agudiza la crisis política de la burguesía y su gobierno. No podemos dejar de recordar que en Paraná Metal pretendían -como objetivo político- hacer hociquear y hacer tronar el escarmiento a la clase obrera nacional. Y deben retroceder frente a las demandas donde hay masividad y firmeza de todos los trabajadores o hacer la vista gorda en sus centros industriales cuando se producen fugas en masa para no realizar horas extras o trabajar los sábados.
Toda esta situación hace acelerar los tiempos y los ritmos y pone en el tapete nuevas tareas urgentes para la vanguardia y su partido. Buscar nuevas formas de organización y movilización que permitan dar cauce al potencial que se empieza a acumular en el subsuelo de la clase; buscar y construir la unidad, convencer que con la unidad la lucha no podrá ser neutralizada o derrotada por el enemigo de clase; instalar las 8 horas y las cuarenta semanales como objetivo político para empezar a reconstruir el movimiento obrero, como herramienta política de la clase, que tome los grandes problemas políticos propios de la clase y desde allí a los de todo el pueblo.