“¡No vamos a permitir un corte de vías!”
Así se expresó la Unión Ferroviaria ante el crimen de Mariano Ferreira, y las graves heridas de bala sufridas por varias personas más, y se comportó como tenía que comportarse. No sólo jugó un papel de policía sino que además, desembozadamente, defendió los intereses de las empresas ferroviarias, a saber: el Estado (monopólico), TBA, Ferrovías y el grupo Roggio. Para ello no sólo actuaron las patotas del sindicato, sino que utilizaron las fuerzas de choque de las barras bravas de Independiente, Banfield, Racing y Ferro.
El conflicto gremial venía de julio pasado, en reclamo de la reincorporación de 117 trabajadores tercerizados que habían sido despedidos del Ferrocarril Roca. Los tercerizados y contratados es una fuerza laboral con menores salarios, inestabilidad laboral y peores condiciones de trabajo que constituye una modalidad constante en toda la producción a lo largo y ancho del país que la burguesía utiliza para achatar los sueldos y precarizar las condiciones de trabajo de toda la fuerza laboral.
Este conflicto, como tantos otros, está marcando una disposición de los trabajadores a la lucha por los reclamos que va en aumento y se generaliza. Todos estos enfrentamientos van adquiriendo tal envergadura que, a la vez que se conquista, (ya habían sido reincorporados 11 trabajadores despedidos) la intencionalidad es ir por más.
Todo el poder del aparato del Estado, que incluye al gobierno, a la oposición, a los sindicatos y a las fuerzas de choque, policía, gendarmería y barras bravas transparentan sus debilidades. No hay ninguna conspiración, como quiere hacer aparecer ahora la presidenta quien hacía gala de que en este país había derecho a manifestarse. Las fuerzas de choque están en todas las instituciones políticas, las fábricas y empresas que las mantienen y las cobijan. Todos los trabajadores las tienen identificadas y son repudiadas. Con esta escoria de la sociedad que da asco a cualquier persona de bien, es la que cuenta el empresariado y toda la política burguesa, pero es precisamente uno de los elementos que les profundiza su debilidad y provoca más odio del pueblo.
A la hora de responder la burguesía y su gobierno muestran sus crisis, sus incapacidades políticas y sólo atinan a querer sacarse el crimen de encima echándose culpas entre ellos, se les agudizan sus contradicciones y aparecen mostrando sus miserias y desprecio al pueblo. Pedraza (quien pertenece a la Unión Ferroviaria pero es además parte de la sociedad del Belgrano Carga), abrazado con Duhalde, De Vido (en un acto público el mismo día del enfrentamiento) y con Moyano en River, único de “los gordos” presente (mandó un alcahuete), para conmemorar el 17 de octubre.
Las empresas monopólicas mencionadas tienen a estos representantes políticos, que sólo tienen la misión de resolver los problemas de sus ganancias y no la de los trabajadores y de los usuarios. Son los “señores TBA, Ferrovías, Roggio” quienes tienen sus gerentes en el parlamento, a sus ministros como De Vido, realizando los enjuagues que permiten estos crímenes.
Pero este crimen se les vuelve en contra, pues no es lo mismo actuar contra un pueblo con expectativas en las instituciones del sistema, que contra un pueblo que no cree en nada más que sus fuerzas y va decidido por sus conquistas y reclamos.
Más lucha, más movilización, más organización abrirán un camino de ofensiva política del pueblo contra un sistema que hace agua por todos lados.
A este crimen institucional se le responde con masividad en cada reclamo, con mayor peso de la movilización de todo el pueblo, a estos aparatos del crimen se los debilita en el terreno que más les duele, el peso de la movilización más amplia.