18 es el número mágico. La burguesía monopolista, como el apostador que busca el número “salvador”, ha elegido la cifra que, según sus cálculos, ha de ordenar lo que hoy denominan “puja distributiva”, que no es más que la lucha salarial de los trabajadores. Cuando la burguesía prevé que la lucha de clases amenaza con salirse de los carriles leguleyos para pasar a ser un franco enfrentamiento contra sus políticas, acude a estas intentonas para frenar los procesos de lucha.
Pacto social; consejo económico social; diálogo social; acuerdo de paz social; todos nombres distintos que alguna vez se utilizaron o utilizan, apuntando al mismo fin de tratar de encorsetar los reclamos y las conquistas de los trabajadores. Y para ello la siempre bien dispuesta acción de los sindicatos, socios menores pero socios al fin de los negocios monopolistas.
Pareciera que ya se han olvidado que este año que termina también lo comenzaron con un intento similar, para frenar los aumentos en un 22%, hasta que los trabajadores de la alimentación quebraron cualquier pauta con una lucha que logró el 35% y que vino a desatar una oleada que, en algunos casos, superó el 40% de aumento salarial. Y que el año termina con la mayoría de los trabajadores peleando por un plus que recupere, al menos en parte, la pérdida del poder adquisitivo producida por los últimos aumentos y los que se vendrán para las fiestas.
¿Alguien puede creer seriamente que Moyano y su séquito podrán frenar las luchas?, ¿o que los empresarios respetarán algún acuerdo de precios que se logre anunciar? El que así lo crea es que está viviendo en otro país. Si la resolución de estas cuestiones pasara por los escritorios de negociación o los actos de lanzamiento con pomposos anuncios, muy fácil sería todo para la burguesía, sus gobiernos y sus sindicatos.
Cuando se ufanan por imponer “techos” a los aumentos salariales demuestran su profunda debilidad política. Estas iniciativas resultan el reconocimiento de la extensión de la lucha por aumentos salariales y el temor inocultable por la acción organizada de la clase obrera y los trabajadores en general. Por lo que ya nacen preñadas de impotencia y fracaso.
Lo que nos corresponde a los trabajadores es preparar esas luchas y continuar organizando nuestras fuerzas sección por sección, turno por turno, fábrica por fábrica; ganar, recuperar e impulsar todas las herramientas que nos permitan ampliar y masificar las organizaciones obreras; impulsar comités de lucha y comités interfábricas.
Todo ello depende solo de nuestra iniciativa como trabajadores y ningún acuerdo ni pacto debe detener este proceso. Cuantos más pactos planee la burguesía, más organización independiente debemos fortalecer los trabajadores y el pueblo.