Estas palabras fueron “plantadas” por la burguesía en la cabeza de nuestros abuelos y determinantes a la hora de elegir quién los iba a robar durante los próximos años.
Hoy, pretendiendo reeditar aquella vieja concepción, estos delincuentes políticos creyeron que era posible enriquecerse con la pobreza y que nadie se daría cuenta.
Salen al ruedo mediático usando muletillas sacadas del museo paleontológico de ciencias naturales, usan argumentos del tipo “nos acusan porque somos negros”, “se quiere atacar la política de derechos humanos del gobierno”, etc. etc., como si en este país, nuestro pueblo no hubiera pasando nada en los últimos 30 años.
Como si no existiera o como si no hubiese lucha de clases, y como si ésta no hubiese puesto a la burguesía a la defensiva, llevándolos a una crisis política que adquiere ribetes desconocidos –por lo profundos- en nuestra historia.
Aquellos que promovieron y creyeron en el “fin de la historia” y en “la “impunidad eterna” en la época del reinado de la oligarquía financiera, donde los únicos que tienen derecho a robar son ellos, son ahora engullidos por la crisis política en la que aparecen y se pasan todos los ajustes de cuentas.
¿Qué creyeron? ¿Que miles de millones se quedarían en sus bolsillos y no en los de los monopolios?
Las denuncias de corrupción recorren todo el país. Los Schoklender y sus Ferraris, las Milagros Sala y sus vacaciones en Punta del Este, son muchos, y todos se cubren las espaldas entre ellos, porque sino se les cae el negocio. Y todos se victimizan… se llega hasta el absurdo de que el delincuente Ferreira (de la empresa de Electroingeniería, principal adjudicataria de todos los negocios de adjudicación directa de este gobierno), sale a “denunciar” que sufre persecuciones como en los años “70”…
A no sorprenderse, este circo recién empieza, el ajuste de cuentas continuará, y sólo terminará cuando la clase obrera y el pueblo acabemos con el sistema de corrupción impuesto por la burguesía monopolista.
La impunidad, los negociados, el engaño, el enriquecimiento con la pobreza, y tantas otras calamidades, se encuentran entre todo lo que podríamos describir con mucha claridad los argentinos, sobre el podrido Estado capitalista de nuestro país.
Así como también –que no lo duden- que se les ha terminado la fiesta de la impunidad por el desarrollo tremendo de la lucha de clases en nuestro país, que destapa toda esta basura, dejando al desnudo su crisis política y de dominación.