Ayer fue un nuevo aniversario de la caída en combate del fundador de nuestro Partido y Secretario General histórico, Mario Roberto Santucho, motivo de una nota particular en esta misma página. Robi fue un cuadro político revolucionario extraordinario, referente de toda una generación de luchadores, fueran o no de integrantes de nuestra organización.
Los años 60 y 70 parieron hombres y mujeres revolucionarios en todos los sectores de la sociedad argentina. Y la burguesía monopolista tuvo muy claro qué contendientes tenía enfrente por lo que actuó como actuó en la defensa de sus intereses estratégicos. La misma clase dominante es la que hoy sigue adelante con su proyecto explotador por lo que los objetivos de la lucha actual son los mismos de aquellos años.
Ningún gobierno que gobierne para los monopolios, intentando maquillarse de popular por el solo hecho de hacer como que deja caer alguna migaja del gran banquete que ellos gozan, puede equipararse con los sueños y las aspiraciones de los luchadores de aquellos años.
El gobierno nacional, fiel defensor de los intereses de la oligarquía financiera, cooptó a los organismos de derechos humanos (salvo honrosas excepciones que no se dejaron comprar) logrando que una organización como las Madres de Plaza de Mayo no pudieran realizar su tradicional ronda de los jueves, que se realizó ininterrumpidamente por más de tres décadas, porque un grupo de trabajadores les reclamaba por sueldos atrasados y despidos sin indemnización. Y no puede nadie, ni siquiera Hebe de Bonafini, escudarse en la lucha de la Madres, y menos en la de sus hijos, para justificar nada.
No era del proyecto revolucionario de los 70 explotar trabajadores, entregar los recursos de la patria, conformar con algunos pocos pesos a nuestros compatriotas sumidos en la pobreza, hacer de la política un negocio donde para lo único que el pueblo cuenta es para votar una vez cada tanto. Y en eso han caído los que están con este gobierno. Por eso Bonafini les preguntó altanera a los trabajadores: ¿A ustedes quién los manda?, porque no conciben que el pueblo trabajador tenga la capacidad de manifestarse sin necesidad de que nadie los mande, de que nadie los use, de que nadie los condicione; tanto ha calado el veneno burgués en estas organizaciones y en estos dirigentes.
Al pueblo trabajador no hay quien lo dome cuando toma en sus manos sus reivindicaciones. La lucha y la movilización irreconciliables contra la burguesía son las que mandan para construir un proyecto revolucionario continuidad de los años 70 y no la colaboración con quienes nos someten a diario. Ese camino es el que estamos transitando los revolucionarios, con o sin partido, que surgen todos los días en el enfrentamiento en pos de una vida digna. Allí radica gran parte de nuestra convicción sobre el triunfo de la clase obrera y el pueblo sobre los explotadores.