Luego del acto electoral del último domingo en la provincia de Santa Fe, tanto los políticos como los analistas y periodistas de los medios masivos inundaron los micrófonos, imágenes televisivas, páginas de internet y medios gráficos con sesudos análisis sobre qué candidato y/o qué partido de la burguesía había acumulado más votantes.
Decían: “tenemos que analizar a futuro” “debemos ver cuál es la proyección de tal o cual”, “si los votos de uno se habían pasado a otro o viceversa”.
Todos los análisis tienen el mismo razonamiento básico: el voto significa adhesión a un proyecto, a una política, a la imagen del candidato o a un partido político.
Se olvidan todos estos comentaristas, que nadie presentó un proyecto que moviera un pelo a ningún habitante del mapa santafesino. Más bien nadie presentó ningún proyecto. Nadie dijo cómo va a mejorar las vidas de los santafesinos y va a plantarse contra las políticas que intenten lo contrario.
¿Qué nivel de adhesión puede tener algo que no plantee nada sobre lo que le interesa políticamente al pueblo de Santa Fe que no es para nada diferente a lo que le interesa a la mayoría del pueblo argentino? ¿Cómo puede despertar interés cualquier movida que no sea por lo que está peleando, desde cualquier lugar en el que la encuentre (su trabajo, su barrio, su escuela, su familia) toda persona que vive en este país?
Es que el nivel de subestimación a la inteligencia, las aspiraciones, las voluntades y los sueños de la población que tienen estos políticos y “pensadores” politólogos, se expresa llanamente en este tipo de razonamiento.
El acto electoral del domingo pasado no hizo más que expresar lo que se viene manifestando de distintas maneras y formas, desde hace años, en cada acto electoral. Que este pueblo no adhiere, más bien rechaza, está en contra, castiga y mete palos en la rueda a cualquier expresión política que desde el gobierno, o cualquier institución del sistema desde donde se generan los mecanismos que le obligan a vivir con privaciones, necesidades insatisfechas, aspiraciones imposibles de alcanzar, etc., etc. Aunque para ello, deba valerse de otros personajes igualmente indeseables, o que sean payasos de turno.
Desde hace muchos años, en nuestro país, el acto político electoral no significa adhesión a ninguna de las políticas que sirven a la carta como parte del menú del banquete de los monopolios.
Dado dicho acto, el pueblo se expresa no yendo a votar, votando en blanco, anulando su voto, o votando al candidato que le va a doler al oficialismo de turno.
¡Qué miseria política que evidencian los personajes de la burguesía cuando, con la calculadora en mano, hacen cuentas de la cantidad de votantes que “adhirieron” a su partido, su imagen, o “proyecto” que nunca explicitaron, porque no pueden decirlo abiertamente! Lo hemos afirmado en múltiples oportunidades, para la burguesía monopolista, sea del color que fuere, hay un solo proyecto político en este país, que es el sostenimiento del sistema capitalista de producción, aunque venga de la mano de personajes diversos o distintos partidos políticos que se “pelean” entre sí y se acusan de los peores delitos o bajezas morales.
El pueblo argentino, cada día lo tiene más claro y aquellos que no lo saben, lo intuyen porque diariamente lo viven sobre su propio cuero.
Al pueblo no le interesa más que el proyecto que busca y anhela en cada lucha a lo largo y ancho del país, movilizándose por la conquista de sus necesidades insatisfechas, sus aspiraciones, sus sueños de una Argentina en donde sea digno vivir.
Contrario a lo que piensan, o nos quieren hacer creer los políticos y analistas de la burguesía, en la situación actual, cada acto electoral hunde a esa clase más profundamente en su crisis política estructural, su “democracia” se debilita con cada elección. Por eso afirmamos que todos los candidatos perdieron. El único que gana es el pueblo.