Las usinas propagandísticas del gobierno de los monopolios, con la Presidenta a la cabeza, se dedican por estos días a comparar la convulsionada situación política y social de Europa y nuestros hermanos chilenos con la “tranquila” situación de la Argentina. Una vez más, lo que intenta ser una muestra de fortaleza termina siendo una profunda muestra de debilidad, que termina rozando el ridículo total y absoluto.
Porque intentar el despropósito de ocultar que la mismísima provincia de la Presidenta, Santa Cruz, se vio envuelta en una huelga de petroleros y docentes que tuvo en vilo al gobierno y a las empresas petroleras que los mandan durante más tres meses, significa querer hacer política con una receta de cocina. Eso sin hablar de los hechos ocurridos la semana pasada en Jujuy, con cuatro muertos, más la huelga del Ingenio El Tabacal en la misma región, más la huelga pesquera de Puerto Madryn, que ya lleva un mes largo, más el paro de los trabajadores del tanino en el norte de nuestro país; solamente por nombrar los conflictos de los últimos meses y semanas.
En uno de los últimos actos de campaña, la Presidenta dijo estar contenta por ver a los jóvenes agitando banderas y no tirando piedras; será que no le mostraron las imágenes de Jujuy…
La nueva cantinela de decir “Miren qué bien estamos en la Argentina y qué mal está el resto del mundo” desnudan que la mentira y el ocultamiento de la realidad siguen siendo la única herramienta a la que la burguesía monopolista puede echar mano en nuestro país. Esas iniciativas de tan escaso vuelo chocan con la extensa experiencia que nuestro pueblo ha acumulado en tantos años de luchas. Porque si algo hay de diferente con otros procesos de luchas que se dan hoy en el mundo es que el movimiento de masas argentino, desde la caída de De la Rua en el 2001 y aun antes, viene sosteniendo un alza continua en su disposición y determinación al enfrentamiento. Primero, contra las políticas que dejaron destruido el país durante la década de los 90; y luego contra las políticas supuestamente redistributivas que han conseguido el “logro” de que más del 50% de las familias trabajadoras deban trabajar jornadas extenuantes para sumar apenas 3.500 pesos de ingresos familiares.
Esos procesos de lucha han destacado y destacan constantemente nuevas vanguardias de luchadores, de hombre y mujeres que, como fruto de la experiencia, han comenzado a transitar un camino de búsqueda para avanzar en la solución definitiva a los problemas del pueblo que la burguesía no es capaz de resolver. De allí emerge ese movimiento revolucionario del que nuestro Partido hace mención permanente, que poco a poco va confluyendo con las ideas de la lucha por el poder, de la lucha por la revolución.
La cantidad y la calidad de las luchas de clases en nuestro país están expresando la profunda crisis política que la burguesía atraviesa y la fortaleza de los trabajadores y el pueblo, lo que preludia una etapa de abierta ofensiva política que se va fraguando con las mismas y que son el verdadero carácter distintivo que atraviesa la lucha de clases en la Argentina.