Cuando se sientan en una misma mesa los gerentes de los monopolios y el gobierno y resuelven tomar medidas, lo tienen que hacer con el “aliento en la nuca” de la movilización popular.
Ellos quisieran otra cosa, pero ¿cómo hacen para imponer al pueblo medidas de ajuste, de represión? A ellos se les vienen tiempos políticos más duros, por abajo no hay tolerancia y por arriba no pueden gobernar como antes.
No hay gobierno popular cuando los monopolios son dueños y amos del Estado, lo que sucede es que este gobierno y el que venga están obligados a gobernar como pueden.
Las luchas por las conquistas políticas y económicas no se detendrán, en este camino se están haciendo permeables las ideas de la revolución, de cambios sociales profundos y se van creando expectativas en las propias fuerzas populares que se puede cambiar el actual estado de cosas.
La consigna que pone a la dignidad del hombre por sobre los negocios se expresa en miles y miles de almas decididas a los cambios.
La crisis política internacional sigue envalentonando a los pueblos del mundo, se está rompiendo un aislamiento de décadas y ya no hay disposición a recibir los mandatos de la oligarquía financiera como “guía espiritual de los pueblos”.
Por el contrario, y a diferencia de otros momentos de la historia del capitalismo, la política de los monopolios no pasará. Los pueblos ya no ven en el sistema “el sueño americano”, ven en él su verdadero rostro de atrocidad.
En este contexto extraordinario de expectativa que depara la lucha, los revolucionarios entendemos que, a pesar de todo, el capitalismo no terminará de caer sino se lo hace caer.
De allí nuestro optimismo cuando comenzamos a sentir en nuestros corazones que la lucha, las organizaciones que ella va generando, sus nuevos dirigentes se van fusionando con las ideas de la revolución.
Manteniendo un estado de movilización permanente de todo el pueblo por las conquistas políticas y económicas sabremos responder con firmeza en el terreno que más conocemos las millones de almas que intuimos, de una u otra forma, que las cosas así no pueden ni deben seguir.