Mañana viernes, el Ministerio de Trabajo convoca al Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, una especie de cónclave de la burguesía en donde se sientan en una misma mesa el gobierno, los jerarcas sindicales que dicen representarnos (CGT + CTA) y los empresarios, para ver de qué manera pueden descomprimir un poco la olla a presión en la que están parados. Porque la realidad es una sola: la plata no alcanza, los resultados electorales no resuelven ninguno de nuestros problemas, y está cada vez más claro que la única que nos queda a los trabajadores es ir por más.
Es que la presión desde las bases se torna insostenible a la hora de planificar sus negocios. Lo que se hizo público es el pedido de una suba del 41%, para llevar el salario mínimo de $1.840 a $2.600.
Está claro que más allá de toda esta negociación entre ellos, con esa plata no se puede vivir, y esos salarios continúan situando nuestros ingresos en niveles que sólo sirven a los planes “de productividad” de las empresas.
Por eso, desde varios sectores de la producción y los servicios (maestranza, caucho, vidrio, construcción, docentes, entre otros) ya se está planteando nuevos aumentos salariales por encima de los acuerdos firmados en paritarias durante este año. La gran preocupación de la burguesía es que estas presiones puedan generar un efecto «contagio» en otras actividades.
Más allá de los irrisorios números oficiales, la realidad es una sola: los aumentos firmados a principio de este año ya se los devoró la inflación, eso es lo que padecemos los trabajadores a diario y por eso la presión que se ejerce desde las bases condiciona a las cúpulas. Inventarán lo que sea o lo que puedan para tratar de frenar esta andanada de reclamos, pero esto choca con el estado deliberativo y de movilización en cada lugar de trabajo.
Sólo basta observar los datos de la propia burguesía. Vale aclarar que los mismos se refieren a las huelgas registradas, sin tener en cuenta las innumerables luchas y movilizaciones que se dan en el ámbito laboral sin que las mismas se registren. Según el ministerio de trabajo, se dieron en el primer semestre del año, 494 conflictos laborales que involucraron paros, en los que participaron 694 mil huelguistas y sumaron casi 2 millones de jornadas individuales no trabajadas.
Las demandas por mejoras salariales impulsaron el 48% de los conflictos y, en segundo término, se ubicaron los reclamos de pagos adeudados, que ascendieron al 15%.
El informe indica el predominio de conflictos en las provincias de mayor peso demográfico (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) y la región metropolitana (Capital Federal y Buenos Aires), que concentraron el 41% de los conflictos, 65% de los huelguistas y el 45% por ciento de las jornadas no trabajadas. El aumento de la cantidad de conflictos según la actividad económica, se localizaron principalmente en los sectores de la administración pública, salud, transporte, enseñanza e industria manufacturera. Este es uno de los factores del principal problema que enfrenta “el modelo”, y que profundiza la crisis política de la burguesía.
Todo el piripipí electoralero colapsa a la hora de ponerse a hablar de los problemas concretos. Es evidente que la política de salarios achatados es la principal fuente del negocio que maneja la oligarquía financiera en nuestro país. Con la explotación de los trabajadores (salarios bajos y mano de obra calificada) obtienen una súper rentabilidad; esa es la principal causa de la “inversión” y “la llegada de capitales” que tanto se propagandiza como “logro” desde el gobierno de los monopolios.
La situación de la lucha de clases es esta y por más que quieran no se puede tapar el sol con la mano. Los trabajadores avanzamos hacia nuestras conquistas, con la lucha y la movilización del pueblo, lo que va materializando un movimiento revolucionario que crece y se consolida.
En éstas luchas de reclamos que se van extendiendo, se van insertando las ideas revolucionarias, es en éstas movilizaciones es donde aparecen necesidades políticas de ir por más, búsqueda de una salida a los insistentes problemas del sistema capitalista.