Nicolás Sarkozy (Presidente de Francia) y David Cameron (de Inglaterra), convocaron en París a los principales organismos multilaterales (ONU, OTAN y Liga Árabe), invitaron a Hilary Clinton, y al Consejo Nacional de Transición de Libia, sintiéndose felices por la culminación de una exitosa etapa militar, que dejó un “simple saldo” de 50 mil muertos (según algunos datos que circulan).
El objetivo de la reunión: examinar prolijamente “la hoja de ruta” para implementar medidas necesarias del tránsito de la “insurrección” triunfante a una Nación organizada y en paz. Estipularon poder convocar en un plazo de 2 años a elecciones parlamentarias y presidenciales; y de salir todo bien, brindarle al pueblo de Libia a quiénes pueden delegar la función de gobernarlos. No sin antes (pequeño problema) llevar a cabo el desarme del pueblo libio.
En síntesis, aclaran “debemos darnos una política eficaz y democrática” para lo cual, entre las medidas prioritarias estaría reabrirle los fondos que Libia tiene trabados en el mundo, que oscilarían en 110 mil millones de dólares. Al mismo tiempo llevar a cabo un “proceso de reconciliación nacional y perdón”, como lo indica el Corán.
Toda una verdadera maravilla‼! La tiranía global de la oligarquía financiera, luego de las bombas, instaura el verso de la democracia burguesa, desde una oficina en París. Y avanti con los negocios‼! Eso sí, el pueblo está pintado, olvidándose, acaso, que lo que sucedió y está sucediendo en el Medio Oriente es una verdadera agudización de la lucha de clases encabezada por los levantamientos de Túnez, Egipto y Yemen, extendiéndose a toda la región. Con Kadafi, al igual que con los demás gobiernos caídos en la región, también reinaba la política de los monopolios.
Lo que sucede, y por supuesto no lo van a admitir ni ellos ni los intelectuales y politólogos de toda índole, es que actuaron así en Libia porque necesitaban urgente, amén de los intereses del petróleo, colocar un enclave en el cuerno de África, pues ahí los vientos de revolución están más candentes que nunca. El que piense que con la caída de los gobiernos en esos países, los pueblos se fueron a su casa, se equivoca.
¿Qué piensan estos tipos, que por decreto va a reinar la conciliación de clases? ¿Qué piensan, que las causas esenciales de las revueltas de los pueblos es un cambio de patrón y ya está? ¿O acaso se creen que con el verso de las democracias burguesas en esas latitudes también se come, se educa y se cura?
Cuanto más subestimación tengan a los pueblos, más dura va a ser la caída. Cada paso que dan están condicionados políticamente. Ellos aclaman que no quieren repetir lo de Afganistán e Irak, pero porque no pueden, no porque vean los errores. En Irak y Afganistán se empantanaron, y la aventura de Libia no les da margen tan siquiera de instalar sus tropas allí. De hecho, en su “hoja de ruta normalizadora” no saben cómo van a hacer para desarmar al pueblo y crear, como dicen, una policía democrática. Entonces, la pregunta que cabe es: ¿cómo van a hacer para que Libia se constituya al fin en un enclave contrarrevolucionario en la región?
Están improvisando en su verdadero marco internacional, que es de una profunda e irreversible crisis. Se plantean un objetivo de carácter ofensivo cuando en realidad están retrocediendo en chancletas. Si no veamos cómo los pueblos de los países desarrollados los están empantanando en su propio terreno. Difícil, ¿no?