Bajo la pomposa idea de un “proyecto” estratégico agropecuario, la presidenta anunció que la producción agropecuaria aumentará significativamente para el año 2020. Que se incrementarán tanto las áreas sembradas como la propia producción, el rinde y el agregado de valor, cosa esta última que le encanta repetir en toda y cuanta ocasión se le presente, sobre todo en la actual campaña electoral.
En la ocasión mencionó cifras, porcentajes de aumento, tanto en la producción granaria como en la ganadera, mayores exportaciones en una y en otra, conquista de nuevos mercados, necesidad de apostar al futuro con nuevas inversiones, etc.
El marco de la feria llamada Tecnópolis le pareció el más adecuado, sobre todo por la convocatoria de empresarios que habían acudido a escucharla.
El “proyecto” es tan serio que llevó varios meses su elaboración, no obstante, los integrantes de la mesa de enlace a la cual la burguesía le adjudica la representación del agro, no estuvieron presentes como cuerpo.
Sin embargo debemos aclarar que, para nosotros, esa ausencia no es lo que desmerece la seriedad del proyecto en donde, por obra de un pase mágico, convirtió a la soja o el “yuyo”, en el eje de los destinos del país del futuro.
La falta de seriedad radica en el “proyecto” mismo, pues en medio de la situación de crisis política mundial de la oligarquía financiera y, particularmente, de nuestro país, hablar de proyectos a futuro es, cuanto menos, poco serio.
La oligarquía financiera está siendo jaqueada en todo el mundo y no puede resolver sus crisis económicas debido a las propias contradicciones del capitalismo y a la crisis política que no sólo no la dejan hacer pie, sino que la va enterrando cada vez más en un callejón sin salida. En nuestro país, en esta misma página, damos cuenta de la movilización obrera y popular que la hunde en el peor de los pantanos.
Se trata de vender humo. Es mentira que pueda planificarse, ni siquiera desde aquí a tres meses. Si toda la actividad económica en nuestro país gira alrededor de la mejor ganancia, es sabido que los capitales van a donde obtienen los mayores beneficios, pero eso, hoy más que nunca, está condicionado por el incremento y profundización de la lucha de clases.
De qué planificación se puede hablar. Basta tan sólo con ver el comportamiento de las bolsas del mundo y de la local. Que bajan, que hacen crack. Que la recesión. Que los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes negros, etc.
Basta con conocer que en sólo los tres últimos días, el Banco Central rifó 500 millones de dólares del tesoro que fueron a parar a los bolsillos de los especuladores para que la paridad de esta moneda con el peso no se dispare. Que esto, en la jerga de la burguesía, se llama fuga de capitales. Entonces, ¿de qué proyecto a largo plazo hablan la presidenta y todos los carcamanes que la aplaudieron?
Sí nos tiene que quedar en claro que la soja va a aumentar aquí y en el mundo y que va a haber una preferencia mayor para cultivarla ya que ahora se va a producir dicho grano para quemarlo, es decir para convertirlo en combustible, ése y no otro es el sueño tan ansiado de la presidenta de “agregar valor a la producción primaria”. Este agregado de valor desborda sentido humanístico: en donde hay hambre se producen alimentos para quemar. No hay mejor síntesis para ejemplificar cuál es el motor que impulsa a la burguesía a producir. ¡He ahí su proyecto!