Los últimos dos meses han sido de una creciente conflictividad; a la ya crónica lucha de los docentes, los trabajadores de la salud y empleados del Estado en general, se suman los paros impuestos, desde la base, por los trabajadores industriales de Córdoba, en muchos puntos de la provincia de Santa Fe, y el primer y segundo cordón industrial de Buenos Aires, donde miles de jóvenes de la nueva clase obrera industrial han probado por primera vez el “poder” del paro, logrando sus reivindicaciones, generando nuevas vanguardias y su organización por fuera de las reglas que se nos quieren imponer desde lo institucional.
Este hecho tiene significativa relevancia si se toman en cuenta los regímenes laborales cuasi fascistas impuestos por los grandes monopolios apoyados por las gerencias sindicales dentro de las fábricas donde, actuando como fuerzas de choque de las empresas, han pretendido, sin lograrlo, doblegar el espíritu de lucha de los trabajadores.
Esto sumado a la ya heroica lucha de los petroleros del sur donde aún continúa el conflicto. La lucha de los trabajadores de la industria pesquera, los textiles, los de la industria azucarera, la lucha de los ambientalistas, etc., hace que la lucha de clases vaya adquiriendo cada día mayor virulencia contra la oligarquía financiera y su Estado.
Esto pone a la clase obrera frente a la emergencia de empezar a dar forma a un movimiento revolucionario de contenido nacional que sea el punto de acumulación política de las fuerzas revolucionarias forjadas en estos enfrentamientos. Que materialice la unidad lograda en lo local y rompa en lo inmediato con el aislamiento impuesto por el régimen, a través de los medios de información del sistema.
Esta tarea la debemos comenzar desde lo local buscando los ejes políticos nacionales que unifiquen a todos los sectores en lucha para plantarse frente a la impunidad con que se mueven los dueños del poder.