En la fábrica Danone – La Serenísima, en la localidad de Longchamps, los trabajadores nuevamente le torcieron el brazo a la empresa y a sus alcahuetes del sindicato, tras el intento de comenzar con una lista de despidos para limpiar el terreno e instalar el fantasma de los despidos en la fábrica, ya que entrando a la temporada de alta productividad, la empresa tiene los planes de caerle sobre las espaldas a los trabajadores y apretar las clavijas e intentar profundizar los niveles de explotación.
El conflicto comienza con tres compañeros despedidos, y una lista negra que se sabía que estaba por venir. Al otro día que los compañeros y sus familias se quedaron sin su puesto de trabajo, el sindicato impunemente fue a la empresa a pegar carteles, para convocar a una movilización en apoyo a su secretario a la candidatura a concejal para el FPV. Nada más ajeno a los problemas e intereses de los trabajadores que una candidatura a las elecciones burguesas, y sobre todo, frente a los despidos sobre lo que no dijeron ni hicieron nada. La bronca comenzaba a crecer.
Durante cinco días se fueron mezclando y acumulando deliberaciones y broncas hasta que estalló el conflicto. Y la huelga de los trabajadores hizo temblar los cimientos de la planta. Asqueados por la negación del gremio que había adoptado la orden de la gerencia de hacerse los distraídos con los despedidos y por la empresa que pretendía disciplinar a los trabajadores implementando la misma política que en estas últimas semanas quisieron aplicar las gerencias de los monopolios en otras fábricas del país.
Con los despedidos en la puerta y con los trabajadores y sus delegados decididos a dar pelea, se planta el paro total de actividades en la empresa. Hasta que a las pocas horas de que el hecho ya estaba consumado, cae la burocracia sindical con su patota a plantear que la medida no estaba avalada por el sindicato y que ellos no se hacían cargo de lo que podía pasar. Pero los trabajadores se mantuvieron firmes en su decisión.
Al ver que estaban perdiendo todo tipo de credibilidad, los jetones del sindicato pretenden avanzar sobre los trabajadores para copar la parada, y comienza una situación tensa donde bastaba que alguno tire una piña para que se pudra todo. Pero los trabajadores mantuvieron la calma ya que se estaban jugando los puestos de trabajo de tres familias y el futuro de los demás. Mientras que el gremio se estaba jugando sus negocios con la empresa.
Como manotazo de ahogado, uno de los burócratas anuncia que los compañeros ya estaban reincorporados gracias a su brillante negociación. Y los trabajadores en su totalidad, no le creyeron ni una sola palabra, y no se les movió un pelo cuando la burocracia llamaba a los gritos a que vuelvan a sus puestos de trabajo y a arrancar las máquinas. El paro siguió firme y al gremio no le quedó otra alternativa que irse como vinieron. El triunfo ya se acercaba.
En medio del conflicto llaman desde la planta de La Serenísima de General Rodríguez, para avisar que se había parado la fábrica en solidaridad con el conflicto en la planta de Longchamps.
Con la asamblea en manos totales de los delegados y los dirigentes naturales de la fábrica, era hora de esperar la confirmación de la reincorporación. Hasta que en cuestión de tres horas llegó la noticia de que la negociación era a favor de los trabajadores. La asamblea estalló en alegría y los abrazos entre los compañeros y con los despedidos fueron interminables.
Este triunfo tiene un carácter político muy profundo, ya que aquí se puso en marcha la organización independiente de los trabajadores y deja asentada una experiencia que, directamente promueve la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas.