Los últimos años han transcurrido en un incesante movimiento de luchas donde, en el seno de la clase obrera, éste ha ido de menor a mayor. Empujado por reclamos de carácter económico (a pesar que lo que la clase obrera le arrebató a la burguesía con una mano, ésta se lo quitó con la otra) dicho ejercicio de lucha nos deja un triunfo mayor que no se puede medir en conquistas, pero sí en el avance de la comprensión de la unidad y la tarea por delante de avanzar con ésta hacia una lucha nacional de toda la clase obrera.
Extraordinaria ha sido la lucha de los obreros en condiciones totalmente adversas y desiguales. Era necesario dar el primer paso en medio de la confusión natural de viejas herramientas, los sindicatos, que la burguesía muestra como las únicas herramientas válidas y eternas, cuando están bien muertas y enterradas.
Luchas heroicas, por lo aisladas unas con otras, pero lo suficientemente justas y necesarias para avanzar en la comprensión y necesidad de salir al encuentro de las vanguardias obreras entre sí. Juntarse, intercambiar experiencias y comenzar a luchar en conjunto, única manera de gestar un movimiento obrero revolucionario.
Cuando Marx y Engels, a través del Manifiesto Comunista, lanzaron la consigna “¡Proletarios del mundo, uníos!”, tan solo un puñado de obreros de diferentes lugares la tomaron. Pero unos años más tarde los obreros del mundo se unían para luchar por la jornada de 8 hs. Hoy nos encontramos en condiciones inmejorables para comenzar a dar dichos pasos, donde es fundamental partir de encuentros de carácter zonal llevando adelante esta idea. Al principio serán uno, dos, o tres compañeros de algunas contadas fábricas; se sacaran consignas en común, vendrán escaramuzas, e iremos experimentando. Pero estas experiencias impulsadas desde múltiples zonas industriales del país será un contagio que, desde la confrontación, hará desembocar en grandes movimientos de lucha, desde la democracia directa y la unidad, los elementos más temidos por la burguesía, pues estas acciones llevaran rápidamente a las más amplias masas obreras a identificarse como una clase: el polo opuesto a la clase dominante, la burguesía monopolista.
Esta debe ser una de las actividades centrales de nuestro partido y de las vanguardias obreras en las fábricas. La huelga es una circunstancia excepcional de la lucha de clases, nos hace avanzar enormemente, es el elemento movilizador por excelencia. Pero ésta debe estar enmarcada en la estrategia de construir el poder local amalgamando la unidad entre la clase obrera y el pueblo hacia una proyección nacional.
Debemos empeñarnos en un enérgico esfuerzo para avanzar hacia la irrupción de un nuevo movimiento revolucionario, conscientes de que no estamos solos y que ya es un anhelo de muchos revolucionarios y el sentir de millones de obreros.