Bajo el título “El lado oscuro de Apple”, se han difundido recientemente las condiciones de trabajo que padecen los obreros de esta multinacional, que ocupara la primera plana de todos los medios de difusión de la burguesía en el mundo, a propósito del reciente fallecimiento de su CEO más famoso: Steve Jobs.
El mediatizado y lamentado fallecimiento del icónico fundador de Apple no logra esconder o tapar lo que ocurre día a día en sus empresas, y sobre las espaldas de quienes recae la base del éxito.
Más de 137 obreros de la fábrica Foxconn, en Taiwán, sufren enfermedades permanentes, víctimas del n-hexane, un químico empleado por la multinacional para aumentar la productividad. Este producto químico se utiliza en lugar de alcohol para determinadas tareas de limpieza, ya que se evapora más rápidamente y acelera la producción de pantallas táctiles. En esta planta –nada menos- se fabrican todos los iPods, iPads y iPhones del mundo.
El n-hexane –en el “mejor” de los casos- produce desmayos y fuertes migrañas, afectando al sistema nervioso de los que allí trabajan, con turnos de 12 horas, 100 horas extra al mes y un día libre cada quince días. «Siento mucho la muerte de Jobs”, comentaba una trabajadora, «su empresa ha hecho más fácil la vida de la gente y ha cambiado toda la industria; pero nosotros nos estamos envenenando y mi salario es tan bajo que no puedo ni soñar en pagarme los productos que yo misma construyo».
Son tiempos de superproducción, también en Foxconn, porque la demanda nunca había sido tan alta como ahora. Entre el iPad 2 y el nuevo iPhone, casi ningún país da a basto llenando sus tiendas de aparatos Apple. La empresa, que se comprometió públicamente a una política de “trato legítimo a sus empleados”, hace oídos sordos frente a los reclamos por las condiciones inhumanas que padecen los trabajadores que fabrican sus productos.
Fingen desconocer que los obreros padecen jornadas agotadoras frente a una cadena de montaje, repitiendo la misma operación alienante una y otra vez. Tienen apenas media hora para comer y dos descansos de 10 minutos en todo el día. Si no responden a “los objetivos productivos” que se espera de ellos, tienen la obligación de compensarlo con horas extra en sus ratos libres.
La realidad del capitalismo monopolista, de este sistema inhumano es una sola: se somete a los trabajadores en pos de la ganancia y el “progreso”, en este caso, para que “el mundo desarrollado” pueda tener las golosinas tecnológicas de Apple.
Y acá no hay velorio que valga: a pocos días de la muerte de Jobs, ya empiezan a vender el nuevo iPhone; 24 horas después de permitir que se reservara online, ya han agotado las existencias. Los trabajadores de Foxconn serán empujados a trabajar más y más, bajo condiciones de superexplotación inhumanas y por salarios miserables, para atender semejante demanda. Mientras tanto –impunemente- la televisión muestra los homenajes para Steve Jobs, que se realizan en las puertas de las tiendas de Apple.
Frente a lo ocurrido, un reciente informe de la empresa señala que «nos entristece profundamente y nos perturba enterarnos, que los obreros están dejando sus propias vidas para fabricar nuestros productos»…lo que no hace más que agigantar nuestro odio de clase y fortalecernos para terminar de una vez por todas con esta prepotencia, soberbia e impunidad capitalista.