Ha terminado el acto teatral de la gran parodia de la democracia burguesa, festejado con fuegos artificiales y champán (pizza no, ya que son “progresistas”).
Lo que quiere decir que la oligarquía financiera ha terminado con estas tortuosas formalidades para legalizar institucionalmente hoy, su dominación.
Con una mirada propia de los políticos mediocres que piensan que los porcentajes les dan legitimidad, la burguesía se propone en lo inmediato a disciplinar sus “peones políticos” y alinear a todos detrás de sus intereses, para afrontar las tormentas que se avecinan en el terreno de la lucha de clases.
Ellos saben que las elecciones no resuelven ninguno de los frentes abiertos por la lucha de los trabajadores y el pueblo. Hoy están allí, como el día anterior a las elecciones, la lucha de los obreros por sus derechos y las pretensiones de “pisarnos” los salarios y aumentar la explotación, construyendo nuestras herramientas políticas
El pueblo movilizado y organizándose, por los problemas producidos por las pretensiones del poder de dejar fuera del progreso a millones, luchando contra la contaminación y la vida, recorriendo todo el mapa nacional.
Es por esto que para los revolucionarios tampoco ha cambiado nada. Continuar con la movilización, profundizar la organización, construir el movimiento revolucionario que es la unidad política de los trabajadores y todo el pueblo, es el camino para terminar con esta democracia hipócrita y formal de las minorías e imponer la democracia horizontal practicada por todo el pueblo.