Haciendo gala de sus grandes ideas, en una reunión de empresarios de los países que participan del encuentro del G20 en Francia, la presidenta dijo: «Lo que estoy proponiendo es volver al capitalismo en serio, porque esto que estamos viviendo, señores, no es capitalismo. Esto es un anarco-capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie».
Y por si a alguien le quedaban dudas respecto de sus sesudas reflexiones, agregó, «El capitalismo es eso, que la gente consuma y que ustedes los empresarios vendan cada vez más. Este es el tema. Esto es lo que está fallando».
Mientras decía esto, en nuestro país:
- Los jubilados rascan en el fondo de su monedero y encuentran poco más de $ 1.400,00 para consumir.
- Los trabajadores, en promedio, tienen en sus bolsillos $ 2.500,00.
- Las condiciones de trabajo son extenuantes para cada jornada y el salario no cubre ni las necesidades básicas de cada familia.
- La minería destruye la cordillera de los Andes y envenena las napas con cianuro y arsénico.
- Los negocios agrarios en manos de cinco monopolios exportadores arruinan la tierra, expropian alimentos para más de 300 millones de personas mientras aquí hay millones de personas con hambre.
- Los negocios inmobiliarios marchan a full para la especulación y el consumo de los sectores más poderosos mientras la falta de vivienda y de redes sanitarias, gas y electricidad para los más pobres se incrementa a diario.
- Baja el consumo de carne por habitante, mientras los frigoríficos exportan para vender a más de 17 dólares cada kilo.
- Mientras los economistas y políticos hacen coro con la presidenta sobre la necesidad de que vengan capitales, se fugan por la otra puerta miles de millones de dólares que se amasan en cada fábrica y son producto de la expropiación de plusvalía a los obreros.
- Los hospitales son escasos y no cuentan con las mínimas condiciones de infraestructura, insumos y personal para funcionar.
- La educación escolar tiene como único atractivo el mendrugo de pan que, aunque escaso y salteado, pueden llegar a obtener los sectores más humildes.
- La falta de perspectivas para los jóvenes que quieren desarrollarse en el estudio, el trabajo y la perspectiva de formar una familia y tener un proyecto de vida se impone como un muro infranqueable ante cada persona.
- Todo el dinero circulante en la sociedad argentina, por orden de las entidades monopolistas, a la cual pertenece la presidenta, está en manos de los bancos y ahora se acaba de dar una vuelta más de tuerca con la prohibición de comprar dólares que rige para el pueblo.
- Se usa el caballito de los juicios a los genocidas como la vocación del gobierno de defender los derechos humanos, mientras se ataca el derecho a la vida de las mayorías populares.
Y podríamos seguir con los ejemplos que confirman cuál es el capitalismo que desea la señora presidenta y que recomienda para sus pares oligarcas.
El capitalismo es caos y especulación en todas sus variantes, no hay capitalismo beneficioso para el ser humano porque está organizado para la obtención de ganancias y no para las necesidades de los seres humanos. El mayor consumo del capitalismo es el de la sangre de los obreros y pueblos oprimidos.
Y esto es capitalismo en serio, muy serio Sra. presidenta, tan serio como que nos va la vida en ello.
Por eso, el único orden que beneficia al pueblo es la lucha, la movilización y la organización de un proyecto de revolución socialista que ponga al hombre trabajador como eje para organizar toda la producción en pos de sus necesidades y aspiraciones.