El tema del dólar, ha ganado un protagonismo casi absoluto en los medios masivos.
Sin embargo el gobierno, a la par que toma medidas diarias para frenar su aumento y detener la brutal escalada rifando reservas, hace como que no hay problemas y la presidenta mezcla su discurso exitista con ruegos al pueblo y a todos a quienes quieran escucharla sobre la necesidad de una concordia entre argentinos para avanzar en el “modelo nacional y popular”. En realidad, su llamado es para estabilizar esta locura caótica que desquicia el “orden” de las cuentas estatales forjado durante ocho años de gobierno kirchnerista.
El eje de todo el problema parece ser el precio del dólar al que hay que frenar porque, de lo contrario, según parece que nos dicen, “se dispararían los precios de todos los bienes y servicios, reduciéndose el salario en forma abrupta”, lo cual ahondaría la lucha de clases haciendo más virulenta la misma.
Pareciera así que el billete verde es el causante de todos los males económicos que sufre el mencionado “modelo”.
Eso justifica todas las medidas que se vienen tomando desde el gobierno para que el dólar no aumente. Pero dichas medidas sólo han puesto un límite a la compra de dólares al pequeño ahorrista. Pues los monopolios, especuladores, y demás miembros de la oligarquía financiera siguen adquiriendo la moneda haciendo que el banco central rife más reservas.
Todo esto parece hecho a medida de esa oligarquía que en medio de este caos, obtiene dólares como si fuera el botín más deseado.
Pero ¿qué es lo que provoca el deseo irrefrenable por el billete verde?
¿Por qué su valor sube en forma desbocada?
La causa no es el precio del dólar, porque el dólar es una moneda que representa el precio de mercancías.
El problema que subyace es el valor real de las mercancías que están muy por encima de lo que la moneda argentina representa porque esta moneda se mantiene artificialmente con los índices que maneja el gobierno. En cambio, el valor del dólar que es una moneda de equivalencia internacional, no puede atarse artificialmente, en nuestro país, y por eso sube para acompasarse con el resto de las mercaderías.
O sea que el aumento del valor del dólar no es causa sino consecuencia del aumento del valor de las mercaderías.
Todo ha aumentado y, en consecuencia, el dólar también lo hace.
A eso nos referíamos cuando predecíamos que luego de las elecciones el gobierno oligarca trataría de aumentar las tarifas, los servicios y realizar todos los ajustes que necesita la oligarquía financiera para sostener y, en lo posible aumentar, sus márgenes de ganancias. Este es el destino inexorable de toda burbuja. Llega un momento en que explota.
Pero cuando decimos: todo ha aumentado, en realidad lo que estamos diciendo es que lo único que ha bajado son los salarios.
Lo que pasa es que sincerar esto, es decir, llevar en forma generalizada los precios nominales al valor real significaría una reacción en cadena de las masas contra el gobierno y todas las fuerzas de clase que lo sostienen, por eso es que la burguesía trata, por todos los medios de mantener artificialmente el estado de cosas, y sólo se anima a tocar gradualmente lo mínimo necesario en cuanto a precios buscando sostener artificialmente todo lo que pueda sostener.
Los índices falsos, y con ello el precio de las mercancías y el valor estable del dólar, que durante años el gobierno mantuvo a fuerza de subsidios para ocultar la inflación, ya no les son posibles sostenerlos.
La lucha de clases ha obligado a actuar de esta forma a la oligarquía financiera y a su presidenta.
La realidad es más fuerte que cualquier mentira que quiera sostenerse contra ella.
Ahora es necesario, seguir empujando con las luchas para que se acabe la mentira. Para que el valor del salario que quiere sostenerse en su nivel actual y, en lo posible, bajarse en forma gradual pero firme, suba como producto de la movilización. Aquí cobra dimensión, también, la lucha contra la carestía de la vida.
Debemos doblar la apuesta y materializar en organización un proyecto nacional basado en el aumento de la calidad de vida de la población, mientras transitamos el rumbo de la conquista del poder. Cada vez es más manifiesta la imposibilidad de la burguesía y su gobierno de tapar el sol con un dedo. Avanzar en las conquistas es adelantarse a las jugadas obligadas que la burguesía va a realizar con el sinceramiento de los precios. O sea el aumento generalizado de los mismos. Hay que redoblar el esfuerzo en la concreción local del movimiento revolucionario que luche contra esta jugada que está realizando la burguesía y que consolide fuerzas materiales para la continuidad del camino revolucionario.
La situación es sumamente inestable para la burguesía y la forma de solucionar este descalabro no es encontrando un atajo a la lucha de clases.
Todo lo contrario, la llave está en profundizar sus contradicciones, generarles más caos y, en medio de esas batallas conquistar mejores condiciones de vida manteniendo firme el timón del objetivo de lograr la liberación al esclavismo moderno al que nos somete esta sociedad capitalista.