En la nota de ayer, dábamos cuenta de los progresos en la conformación del movimiento obrero revolucionario que se está gestando nacionalmente.
Este paso no sólo tiene un valor estratégico porque dota a la clase obrera de una herramienta indispensable para la lucha por el poder sino que, además, marca la conducta política desde la cual las vanguardias dispersas de la clase irán acumulando en un solo haz las fuerzas necesarias para confrontar contra las políticas del Estado y sus gobiernos de turno orientadas a depreciar la vida de los argentinos trabajadores y oprimidos, en pos del sostenimiento de sus ganancias y privilegios de este sistema capitalista basado en la propiedad de unos pocos y la explotación y expropiación a las grandes mayorías.
Pero también constituye un paso político indispensable para ir trazando los ejes de acción cotidianos y la unidad necesaria entre la clase obrera y la clase obrera y el pueblo, de tal forma que el movimiento obrero revolucionario se constituya en el corazón y el motor de un gran movimiento revolucionario popular que llene el espacio aún vacío que permita visualizar el camino de salida al brete del sistema.
Así, como su nacimiento se produce desde la lucha, la unidad y la acción, su desarrollo en profundidad y extensión también se dará desde la unidad, la acción y el movimiento. En él, la democracia directa, forma de expresión natural, en esta fase histórica, de la clase obrera, rompe con la lógica de la “representación” liberal burguesa que ata de manos a las masas y deja en manos de otros (llámese representantes de la burguesía) las decisiones a tomar y el rumbo a seguir.
Los pasos que tenemos por delante como pueblo para avanzar en el camino de la satisfacción de nuestras necesidades y la concreción de nuestras aspiraciones es la lucha contra las carencias a las que nos someten las decisiones gubernamentales tomadas inmediatamente después de las elecciones.
Desde el Estado nacional hasta cada uno de los Estados provinciales, se practican, a modo de un febril aquelarre, aumentos en los servicios, impuestos y se ponen piedras en las ruedas a fin de elevar los costos de la canasta familiar.
La danza de aumentos de precios de las mercancías tiene luz verde y actúa como adelgazante efectivo de los bolsillos de la población.
En la nota de fecha 16-11-2011 de esta página decíamos que cuando todos los precios suben, en realidad lo que pasa es que el salario ha bajado. Y esto es real y no tiene vuelta atrás si no lo modificamos con lucha y movilización.
Por eso, frente a esta situación, un eje de acción política que unificará las voluntades de toda la clase y de ésta con el pueblo, es la pelea por aumentar los ingresos de los trabajadores y pueblo en general, contra la carestía de la vida y por mejores condiciones de vida.
La movilización, la unidad y la acción decidida para hacerlos retroceder es la única garantía de que la carestía de la vida no avance.
Aumentos de sueldos ya con pisos de 40% y sin techo, tal como se viene gestando en diversos centros productivos, es un eje político, más que reivindicativo, a levantar en cada fábrica, industria o empresa. Asimismo, desde los barrios, poblaciones y regiones, la lucha contra los tarifazos, impuestazos y manotazos contra los bolsillos del pueblo, son dos aspectos inseparables que pegan en el centro de una misma política de la burguesía monopolista y su gobierno.
La relación entre la política diaria de unidad, la construcción constante del movimiento obrero revolucionario y su constitución como dirección política de la clase y corazón de todo el pueblo, son tres fases indisolubles de una misma tarea.
También, como decíamos en la nota de ayer, nuestro Partido está comprometido en cuerpo y alma en esa tarea indispensable.