Hemos venido denunciando que la quita de subsidios en los servicios, tan proclamada por el gobierno, no hablaba una palabra de los subsidios que seguirán subsistiendo, en formas de exenciones, “créditos blandos” de la Anses, etc. Y cuyos beneficiarios exclusivos seguirán siendo los monopolios.
En este caso nos queremos referir a uno de ellos, por ser en sí mismo un subsidio que, además de significar que todo el pueblo argentino sostiene con su trabajo los negocios burgueses, es una aberración por tratarse de una política mundial de las transnacionales que convierte alimentos en combustibles.
Para los proyectos de biodiesel, el presupuesto 2012 votado recientemente contempla exenciones impositivas de casi 450 millones de dólares. Estamos hablando que el Estado argentino le regala a las multinacionales Cargill, Dreyfus, Molinos, Vicentín, AGD y algunas más, casi un tercio de lo que asigna por la publicitada Asignación Universal por Hijo, que al año asciende a $ 6.500 millones, unos 1500 millones de dólares. Y eso solamente en una sola actividad productiva, en este caso los biocombustibles.
La siniestra política de convertir alimentos en combustibles, en un mundo donde el hambre afecta a más de mil millones de personas, y en nuestro país se calcula que más de nueve millones de niños pasan hambre y ocho niños menores de cinco años mueren por ese flagelo impuesto, ratifica el total dominio de los monopolios sobre el Estado argentino y que las políticas del mismo están íntimamente entrelazadas con los planes mundiales de los mismos.
Las multinacionales alimentarias fijan las políticas en el planeta y, en la Argentina, productor mundial de alimentos, se llevan de movida más de 450 millones de dólares (declarados) para sus tétricos negocios, a lo que hay que sumar las ganancias que obtienen, mientras nuestros pibes siguen muriéndose por desnutrición.
Porque las cifras, en definitiva, no dicen nada si no se las representa en forma inmediata con los seres humanos que padecen estas calamidades.
Así como en este ejemplo, con el ajuste en marcha y la reciente Ley Antiterrorista, al gobierno de los monopolios le es imposible ocultar las cartas. Sus políticas, en todos los terrenos, están a tono con las políticas de la oligarquía financiera mundial, que tiene a su servicio a todas las instituciones del Estado y a sus gobernantes, y con sus planes de explotación y expoliación a los pueblos.