La mitad de los argentinos que tienen trabajo cobra menos de $ 2.500 por mes. Sobre esa población, un 30% recibe un ingreso que no supera los 1.600 pesos mensuales.
Estos datos no surgen de ninguna corporación oligarca; tampoco surgen de ninguna proclama anti nacional y popular: los datos surgen del informe sobre distribución del ingreso que dio a conocer ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), con los resultados de la encuesta de hogares del tercer trimestre del año. Si estos son los datos que da la propia burguesía, imaginemos entonces, cuál es la realidad…
Vale la pena detenerse sobre ello, debido a que uno de los caballitos de batalla del gobierno de los monopolios y sus cómplices es que, justamente, el principal “logro de su modelo” es que “ahora tenemos trabajo”. Lo que nunca dicen (obviamente) es que ese “trabajo” es posible porque los niveles de superexplotación de los trabajadores son aberrantes, lo que incluye estos salarios totalmente achatados y condiciones de trabajo inhumanas.
Desconociendo esta miseria y utilizando estos mismos datos, el gobierno de los monopolios “se pinta los labios” y pretende que nos sumerjamos en una especie de festejo sin fin porque “el ingreso promedio se elevó en un año un 29%, varios puntos por arriba de la inflación”. Claro que respecto a la inflación que ellos mismos “miden” y que nada tiene que ver con la escalada estrepitosa de precios que padecemos millones de argentinos cada vez que salimos a comprar algo de lo que necesitamos para nuestra subsistencia.
En esta misma línea de mentiras insostenibles, para ellos la canasta básica familiar supera apenas los 600 pesos, lo que estaría dando que con 5 pesos por persona se estaría resolviendo la alimentación…
Desde la “lógica” de los monopolios, la pobreza “sólo afectaría al 8,3% de la población”, falacia fácilmente comprobable apenas se recorre cualquier provincia o ciudad de nuestro país, en donde no hacen falta demasiadas cuentas para arribar a lo que todos sabemos: con dos o tres mil pesos de sueldo es totalmente imposible vivir dignamente.
Como vemos, el salario sigue siendo el jugoso banquete de la oligarquía financiera en nuestro país. La rentabilidad que obtienen, a partir de la explotación de los trabajadores con salarios a muy bajo costo y con mano de obra calificada, es la principal causa de la inversión y los negocios (léase “el trabajo” del que tanto alarde hacen), promovidos por las políticas del gobierno de los monopolios.
Hoy, no les queda otra que profundizar el camino que ya emprendieron, aumentando la productividad (más explotación) con los mismos costos (léase, planchar nuestros salarios).
Al igual que en el resto del mundo, en nuestro país, la inflación y los ajustes son políticas de Estado con el objetivo de devaluar los salarios y el poder adquisitivo de los trabajadores. Es la oligarquía financiera la que pergeña estas medidas económicas y políticas contra los pueblos, lo que no hace otra cosa que recrudecer la lucha de clases.
Y en ese camino, nada es ni será un lecho de rosas para ellos. Como lo venimos señalando, la visión política del enfrentamiento de clases contra el ajuste de la oligarquía financiera y su gobierno tiene que ser el horizonte principal en la movilización y las luchas, aspecto sustancial que los revolucionarios debemos tener en cuenta, para dirigir el timón del enfrentamiento en esta fase de la lucha de clases en nuestro país.